El caballo blanco de José Alfredo
Siendo hijo de dos guanajuatenses, crecí escuchando las historias y en especial la música de aquel mesero que a los 18 años fue descubierto por Andrés Huesca productor de música jarocha quien lo escuchó interpretando la canción “Yo” y “Cuando el destino”.

Siendo hijo de dos guanajuatenses, crecí escuchando las historias y en especial la música de aquel mesero que a los 18 años fue descubierto por Andrés Huesca productor de música jarocha quien lo escuchó interpretando la canción “Yo” y “Cuando el destino”. Me refiero nada más ni nada menos que a José Alfredo Jiménez. Sus canciones son tan populares que inclusive en estadios de fútbol miles de personas han unido sus voces entonando “El Rey”.
Creo que los dos compositores más geniales y prolíficos que ha dado nuestro país, son José Alfredo Jiménez y Juan Gabriel.
No exagero si afirmo que sus canciones y expresiones forman parte de nuestro lenguaje cotidiano.
Una de las canciones que siempre me ha gustado es el Corrido del Caballo Blanco, en que José Alfredo Jiménez narra un accidentado viaje desde Guadalajara hasta Ensenada.
Lo interesante es que el Caballo Blanco no era un equino sino un automóvil, un Chrysler New Yorker 57.
Fue el hijo menor de José Alfredo Jiménez, José Alfredo Jiménez Gálvez (qepd,) a quien tuve la fortuna de conocer, quien me contó la historia.
El viaje desde Guadalajara a Ensenada lo realizó José Alfredo en 1960 y su propósito era emprender una gira de conciertos por toda la costa del Pacífico y el Noroeste.
Sucedió que un promotor de nombre Miguel Aldrete defraudó a José Alfredo y a sus músicos y los dejó tirados y sin dinero en Guadalajara.
José Alfredo no quiso abandonar la gira y decidió seguir adelante pagando el viaje de su bolsillo a bordo de su automóvil particular.
Incluso, de acuerdo con la versión de su hijo, el cantautor tuvo que empeñar y desempeñar el carro, pues lo habían dejado sin un centavo.
El cantante Marco Antonio Muñiz narra que él lo acompañó junto con Alicia Juárez en aquella accidentada gira por el noroeste
Los conciertos en Sinaloa y el Valle del Yaqui le permitieron reunir algún dinero para desempeñar el carro, pagarle a sus músicos y convencerlos de seguir la travesía hasta Baja California.
El problema es que el automóvil no estaba en condiciones mecánicas de realizar semejante viaje.
La estrofa “cuentan que en Los Mochis ya se iba cayendo; que llevaba todo el hocico sangrando” no es otra cosa que la manera de llamar al calentamiento del radiador que hizo que el agua brotara a chorros.
Cuando afirma que su caballo “cojeaba de la pata izquierda” se refiere a una llanta ponchada que estalló por el Valle del Yaqui y los dejó tirados a un lado de la carretera.
Llegar a Mexicali y soportar sus altas temperaturas era un reto para cualquiera, pero José Alfredo cumplió con su público cachanilla y ofreció un par de conciertos.
José Alfredo cantó en el Cine Variedades, el lugar de moda en aquellos años que recibía a todos los artistas de la Caravana Corona.
A José Alfredo le gustaba ir de incógnito a departir a la cantina El Campesino en Avenida Juárez y cuenta la leyenda que alguna vez, con unas cuantas copas, cantó a capela para los parroquianos.
Contra todos los pronósticos, el averiado carro blanco subió la Rumorosa, que solía ser la tumba de no pocos automóviles en aquella época.
“..Subió paso a paso por La Rumorosa, llegando a Tijuana con la luz del día”, reza la penúltima estrofa del corrido que concluye con la llegada a Ensenada (momento en el que se desvieló el carro”).
Hace algunos años y con el apoyo y generosidad de los escultores Víctor J. Rodríguez y Francisco Ulises Méndez tuve la idea de rendirle un homenaje a este episodio de nuestra cultura popular. Si bien es un modesto esfuerzo nada me llena más de alegría que identificar a miles de viajeros tomándose la foto panorámica en un mirador de la carretera de la Rumorosa cuya edificación me tocó gestionar, recordando la hazaña de José Alfredo y su vehículo.
Mirando siempre a Mexicali desde las alturas, la figura del valiente caballo blanco ha quedado inmortalizada.
*El autor colabora activamente en la regeneración de los centros históricos de Mexicali y de Tijuana.
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