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Separados, no divorciados

Se me vino a la mente esta frase, pequeña pero contundente.

Salvador Maese Barraza

Se me vino a la mente esta frase, pequeña pero contundente. No me refiero a un matrimonio, aunque algunos lo vean así. Mis comentarios van sobre las relaciones del gobierno mexicano encabezado por el presidente López Obrador y casi en funciones la Presidenta Electa, con el embajador de los Estados Unidos en nuestro país. Opiniones, réplicas y contrarréplicas que pudieron partir de una opinión, más que del gobierno estadounidense, pero para los que saben más que yo de política y relaciones internacionales, vienen con el visto bueno de una exhortación superior.

Eso de “pausar” la relación no resuelve nada, pero si hay implicaciones en varios frentes. Recordemos por ejemplo lo que pasó con Perú al no aceptar el titular del gobierno mexicano que dirigiera a encabezar la Alianza del Pacífico, aún y cuando tenía pleno derecho la presidencia del país sudamericano. Un impacto evidente fue en las relaciones comerciales, pero además injerencia al decir públicamente que era una usurpadora.

Con base en este precedente, una “separación” que no “divorcio” entre México y Estados Unidos, sube la presión en la relación no sólo política, también pudiera ser en lo comercial. Y aquí es donde saldríamos perdiendo por más soberanía que quiera alguien envolverse en la bandera y respaldarse en dichos populares de que se obedece al pueblo.

La cuerda de la relación bilateral se estira y puede romperse por varios puntos tensionados. Uno es el comercio. Se nos olvida que hay lineamientos en el T-MEC (y también en el acuerdo con la Unión Europea) sobre democracia y confiabilidad en la aplicación de un estado de Derecho; situación que, por cierto, debe ser vista para los ciudadanos pero también para las personas morales.

El tratado trilateral, el T-MEC no es solo comercial como ha sido declarado por los mandatarios en funciones y electa, si fuera ese únicamente la base, no se hubieran hecho y aceptado los ajustes, por ejemplo, al ámbito laboral, cuestiones de deuda pública, excepciones culturales, empresas propiedad del Estado y monopolios designados, así como aspectos de anticorrupción.

Aunque “pausada” la relación, no olvidemos que a partir de nuestra incorporación en el GATT (hoy Organización Mundial de Comercio y después el TLCAN que se modificó por el T-MEC, lo que se requiere es fortalecer la certeza jurídica, la transparencia en los procesos judiciales (incluidas las denominaciones de magistrados y juzgadores) y la claridad en las leyes. No olvidemos que la máxima ley es la Constitución.

Regreso con algo relacionado con el comienzo de este espacio. Coincido con la presidenta electa “...no tenemos por qué discutir todo…”, pero yo insisto en que si deben escucharse y analizarse las distintas opiniones. Porque si hablamos de soberanía, cuantas veces quien dejará la presidencia mexicana dijo no votar por algún candidato o partido específico en Estados Unidos, ¿acaso eso no es injerencia? Entonces, mejor tratemos de no separarnos ni corramos el riesgo de divorciarnos.

Retomando el título de este espacio, es mejor no dormir en distintos cuartos o salirse de la casa, porque nuestra principal fuente de ingresos por divisas y comercio precisamente es con nuestro vecino; no perdamos de vista que un 70% del PIB depende del comercio exterior y en ese sobresale la relación comercial con Estados Unidos.

Finalmente, no olvidemos que se acerca la elección en los Estados Unidos y cualquiera de los dos contendientes -Harris y Trump- pueden llegar a la presidencia; lo que será evidente es que a partir del 2025 empieza la revisión del TMEC y adelanto no será tersa pues más allá de lo económico y comercial, de los aranceles, reglas de origen e inversiones, se revisarán, por ejemplo, esquemas de protección arancelaria y control de migración, por decir dos temas.

*El autor es presidente de Index Mexicali

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