Vamos a una pausa
Esta es la manera como Andrés Manuel López Obrador le respondió a Kenneth Lee Salazar, embajador de los Estados Unidos en nuestro país, como respuesta a las declaraciones que hizo, refiriéndose a la reforma Judicial que se está discutiendo en México, y próximamente se llevará a votación.
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Esta es la manera como Andrés Manuel López Obrador le respondió a Kenneth Lee Salazar, embajador de los Estados Unidos en nuestro país, como respuesta a las declaraciones que hizo, refiriéndose a la reforma Judicial que se está discutiendo en México, y próximamente se llevará a votación. Su opinión expresada sin que pareciera hubiera sido como respuesta a una decisión gubernamental de su país, fue recibida con desagrado por las autoridades mexicanas, que llevaron a cerrarle las puertas al embajador, quién antes podía abrirlas cuando lo deseara, sin pedir permiso. Ni tardo ni perezoso López Obrala dor le marcó una pausa, que es la estrategia que adoptó para maniatar a los gobiernos extranjeros. Así lo hizo con España, primero, y después con Perú. Las pausas, según lo han dicho expertos en la diplomacia internacional, no existen. Sin embargo, van a comenzar a ser las conductas cotidianas que se utilizarán, para enfriar a los embajadores, sin romper las relaciones diplomáticas. Como no existe un protocolo, la respuesta contra esta acción ha sido variada, pero se puede esperar una réplica vigorosa, dependiendo del país que se trate. Por supuesto que los Estados Unidos no serán blandengues y podrían optar por una refutación seria, aunque en esta etapa de elecciones, serán cautos. Ni el presidente Biden, ni los candidatos Harris ni Trump, adoptarán una actitud belicosa. Ahora. Ya veremos después.
En el caso de Ken Salazar, el justificante de López Obrador, fue detener la posibilidad de que los Estados Unidos pudieran influir en la decisión que deberá tomar el pueblo, en un asunto que es de incumbencia exclusiva de México. No obstante, las diferencias continúan, y aunque el embajador le dio un bajón a su conducta, varias voces importantes en USA ya se han estado manifestando contrarias y preocupadas por la reforma judicial. Las pausas no han roto relaciones diplomáticas, pero si han enfriado el trato entre los países.
Además, pueden haber otras consecuencias que dañen las relaciones entre USA y México. Por lo pronto, nuestro contacto diario forma parte y es propulsor inmediato de la dinámica fronteriza. El intercambio diario de suministros y de trabajo físico y constante hacia ambos lados de la frontera, mismo que fortalece a los dos países, fuerza a ambos a actuar con serenidad. Sin embargo, se acostumbra a utilizar mecanismos de presión que atemperan las relaciones. Mientras tanto, la población flotante que cruza la frontera en ambos sentidos, suele verse afectada por estos mecanismos de eliminación de la presión diplomática u otras causas. Las derivaciones posibles de este enfriamiento pueden verse reflejadas en la lentitud de los cruces fronterizos; en el entorpecimiento del transporte de mercancías entre ambos países; que los procesos de obtención y renovación de visas sea lento o que se detenga indefinidamente; revisioLXV nes automovilísticas más profundas a los visitantes cotidianos fronterizos, y otras medidas igual de obstaculizantes. No está a discusión si López Obrador está haciendo lo correcto al llamarle la atención al embajador estadounidense, pero lo que sí es correcto criticarle, es que la medida que se tome y que afecte diplomáticamente a un país, debe ser una que no redunde en efectos negativos a la población en general, pero especialmente a la fronteriza con los Estados Unidos. La dinámica de la frontera norte es totalmente contraria a lo que sucede con las del sur del país. Aquí pareciera que no existe una línea fronteriza, pues la cohesión es también lingüística, familiar, de colindancia geográfica que beneficia y provoca daños a ambos lados de la frontera, y que nos une en las noches al compartir un mismo cielo con sus estrellas. En otras palabras, lo que a López Obrador le provoca un enorme regocijo, a los que convivimos en la Frontera Norte, nos quita el sueño. Vale.
* El autor es licenciado en Economía con Maestría en Asuntos Internacionales por la UABC.
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