¿Es Trump el bueno?

Por el derecho a la libertad de expresión.

Los procesos electorales en todos los países del mundo siempre tienen un momento de efervescencia, que beneficia a uno de los candidatos. Estos momentos son circunstanciales y pueden ser benéficos, pero también es cierto que pueden afectar negativamente. Donald Trump ha estado en el centro de las discusiones en los Estados Unidos y en el resto del mundo, porque no sale de las controversias. No es una persona honesta, que busca y respeta la ley, sino que, sí puede, la modifica. Además, insulta, hiere, denigra, difama y miente con descaro contra las personas. Uno de sus principales es el de asegurar que los mexicanos, y en general todos los migrantes, somos violadores, delincuentes y drogadictos, que nos aprovechamos de manera abusiva de los beneficios de los ciudadanos estadounidenses. En su anterior campaña por la presidencia, alardeó con el slogan de que México iba a pagar por la barda entre ambos países. Pero era tan burda su propuesta, que únicamente los norteamericanos ingenuos creyeron que iba a ser cierto. Posteriormente, y al final de su administración, decidió, junto con su círculo de incondicionales más cercano, conservar la presidencia alegando que había perdido de manera fraudulenta, y convocó a sus partidarios a que fueran al Capitolio y lo tomaran, en un intento de eternizarse como presidente. Es inadmisible que, después de haber ganado el proceso electoral, ese mismo sistema le resulte fraudulento. No lo fue cuando ganó, si lo fue, cuando perdió. Lo que sorprende no es la actitud de Trump, sino que existan tantos ciudadanos de este país, que los sigan y lo apoyen hasta la ignominia.

Ahora, uno de los ejes de su precampaña, que con seguridad se convertirá en el importante y le atraerá simpatizantes, es llevar a cabo la mayor deportación de personas sin documentos legales viviendo en USA. Con esta medida, más la conclusión del muro fronterizo, cree fírmemente, que terminará con la migración hacia este país. No ha entendido que el asunto de la movilización de las personas de los países más pobres, hacia los altamente desarrollados, no es una moda, ni obedece a actitudes gandallas de las personas para vivir cómodamente. Cuando abandonan sus hogares con todo lo que pudieron lograr en sus países de origen, dejando al mismo tiempo sus raíces históricas abandonadas, para comenzar de nuevo en regiones desconocidas para ellos, van hacia la posible muerte de toda la familia, o a que sobrevivan algunos de ellos en muy malas condiciones. Esta reacción del ser humano a la búsqueda de mejores condiciones de vida es algo intrínseco a todas las culturas.

Digamos que Trump gana las elecciones y se conserva en el poder durante cuatro años más, pero promueve una reforma constitucional, que le permita reelegirse indefinídamente, ni eso le sería suficiente pación ra modificar el instinto humano hacia la migración. La historia de los Estados Unidos es el resultado de las migraciones. Estas inician cuando cruzan los primeros pobladores el Estrecho de Bering, de Asia a América, en la era del hielo, hace aproximádamente 15,000 años. Después fueron los ingleses, franceses, italianos, españoles, etcétera, quienes migraron y formaron las 13 Colonias de este país. Posteriormente, con la fiebre del oro, la migración interna se da del este al oeste. Por cierto, en USA viven personas de todo el mundo.

Trump tiene una actitud antinmigrante que explota durante las campañas electorales, pero está lleno de contradicciones pues su familia ha sido ilegal, y él mismo en sus empresas, ha utilizado mano de obra indocumentada. Por lo pronto, si llegara a ganar, habría un período muy complicado para los migrantes, pero nada que no pueda ser desafiado. Los estados Unidos necesitan mano de obra y la tendrán, sea esta legal o ilegal. Nada detendrá las migraciones. Vale.

*El autor es licenciado en Economía con Maestría en Asuntos Internacionales por la UABC.