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Furiosa: De la saga Mad Max. Dir. George Miller

A cuarenta y cinco años de la primera entrega de Mad Max, el doctor George Miller regresa con imparable vigor, para presentar el quinto episodio de su saga post apocalíptica australiana.

Manuel  Ríos Sarabia

A cuarenta y cinco años de la primera entrega de Mad Max, el doctor George Miller regresa con imparable vigor, para presentar el quinto episodio de su saga post apocalíptica australiana.

En esta ocasión Miller hace a un lado a Max, para enfocarse en el personaje de Furiosa, narrando su historia desde la infancia hasta convertirse en la más aguerrida conductora del camino de la furia.

Cambiando un poco de velocidad, Miller y su co escritor Nick Lathouris, se concentran en crear la mitología detrás del desolado yermo en el que habitan los personajes conocidos, acercándonos a sus orígenes y revelando que “buenos” y “malos” comparten experiencias similares que los impulsaron por caminos distintos.

Apoyándose sobre las bases del western, la premisa “prestada” de Érase una vez en el oeste (Sergio Leone, 1969), es igualmente, una historia de venganza, ambientada en un bestial y desesperanzador desierto, que tomará décadas en completarse.

Furiosa, siendo una niña, es secuestrada de su paradisiaco hogar por una banda de salvajes, a pesar de un esfuerzo sobrehumano, su madre no logra rescatarla. Furiosa queda en manos del cacique Dementus (Chris Hemsworth), quien la cría durante varios años, hasta que durante una negociación pasa a manos de Immortan Joe, el dictador de la ciudadela, quien controla el suministro de agua y víveres a cambio de gasolina, municiones y esclavitud.

Bajo la mentoría del pretoriano Jack (Tom Burke), Furiosa (Anya Taylor-Joy se convierte en conductora invaluable del camino de la furia (que va de la ciudadela a la granja de municiones y ciudad gasolina).

Evitando el error más común de las precuelas, Miller no hace de Furiosa algo más espectacular (imposible superar la genialidad absoluta de Fury Road, 2015), sino que se concentra en construir un relato mítico que conduce a los eventos del siguiente capitulo, empatándolos a la perfección, y haciendo de ambas partes un todo, aún más satisfactorio.

Esto no significa que las características escenas de acción sean relegadas, por el contrario, Miller, una vez más, imparte una catedra de dirección. Sus secuencias son perfectas e imparables, su cámara en constante movimiento y la perfecta edición, nuevamente a manos de Mary Sixel (ganadora del Oscar por Fury Road y esposa de Miller) demuestran que a sus, casi, ochenta años, Miller sigue siendo el mejor director de acción, trabajando. Su estilo es como una amalgama del mejor Spielberg (ese de Indiana Jones) y el dinamismo de Sam Raimi (al cual hace un par de guiños, reconociendo su importancia en el cine de género).

La dirección de Miller regresa el cine a su esencia, imágenes en movimiento, nada más. Sus secuencias, prácticamente mudas, tejen una narrativa perfecta, demostrando que las frases “graciosas” son totalmente innecesarias cuando las imágenes hablan por sí solas, dejando a rápidos furiosos y superhéroes de pacotilla comiendo polvo.

Pero llevar el cine hasta los límites de la acción no es lo único en la obra de Miller.

Dementus, en su momento más desesperado, escupe inadvertidamente una semilla indispensable para el futuro “todos estamos muertos, buscando la sensación que nos haga sentir vivos, y después… queremos más y más. La venganza no servirá de nada…

¿Tienes lo necesario para hacerlo épico?”

Miller, metatextualmente, nos había brindado ya la respuesta.

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