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Experiencia cósmica

Hoy es día del eclipse en el límite del noroeste y noreste de México. La mayoría verán solamente una penumbra, un pequeño mordisco al sol.

Ricardo  Menéndez

Hoy es día del eclipse en el límite del noroeste y noreste de México. La mayoría verán solamente una penumbra, un pequeño mordisco al sol. No deja de ser una experiencia que nos recuerda la magnificencia del Universo. En la vida cotidiana no pensamos en ese espacio que nos rodea, algo del orden de lo impensable. Quién no se ha maravillado por un momento al observar las estrellas y percatarse de nuestra pequeñez, casi un vértigo asomarse al cielo.

Los eclipses solares han maravillado a la humanidad, quienes han estado en un eclipse solar total de sol lo entenderán. En un pasado no tan remoto era motivo de temores, aunque fuere calculado previamente, la superstición abundaba. Una creencia generalizada era que las mujeres embarazadas no debían salir de casa, y siglos atrás un fenómeno divino, una expresión de Dios. Mirar al sol de frente ha sido una expresión universal, en la antigüedad se decía que si lo mirabas te robaba la vista, muy sabio. Al sol, como a una soldadura, nunca hay que mirarla directamente, siempre hay riesgo que alguien se le ocurra mirar el eclipse con una protección insuficiente.

En el terreno de la psicología de lo subjetivo, existe la llamada experiencia cósmica, una sensación de identificación con la grandeza y vastedad del universo, lo que el teólogo Rudolf Otto llamó lo numinoso. Aunque él se refería a la experiencia mística, se aplica perfectamente a la cósmica. “Mysterium tremendum et fascinans” le nombraba, tiene que ver con lo ominoso, aquello que te resulta tan familiar como desconocido simultáneamente, generando fascinación y terror.

La ciencia y cultura contemporánea le ha restado el impacto psíquico que había tenido a lo largo de la historia, a muchos les tendrá sin cuidado el fenómeno, salvo esos afortunados en las ciudades de Mazatlán, Durango, Torreón y Monclova donde será total, imposible ignorar tan impresionante espectáculo. Acá solo parecerá un día nublado, pero no deja de ser un recordatorio de nuestra insignificancia y fugacidad al reconocer que somos parte de algo mucho más grande, esto nos permite relativizar nuestros problemas cotidianos.

Hay que mirar a las estrellas fijamente durante unos minutos para tener una experiencia numinosa. En México, frente a los eclipses, somos vagos herederos de la Mesoamérica prehispánica que vivía con pavor y recogimiento estos fenómenos y lo veían como premonitorio de una calamidad, aún hay superstición. Me vienen a la memoria dos referencias una de San Mateo (24:29) y otra de Enrique Iglesias, la primera dice “pero, inmediatamente, después de la tribulación de esos días, el sol se oscurecerá, la luna no dará su luz, las estrellas caerán del cielo y las potencias de los cielos serán sacudidas;”, la segunda “una experiencia religiosa”.

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