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Tragedias

Un jueves santo ominoso hemos vivido, dos mujeres asesinadas, una niña de ocho años, Camila, y su vecina Ana.

Un jueves santo ominoso hemos vivido, dos mujeres asesinadas, una niña de ocho años, Camila, y su vecina Ana. Todos supimos la noticia. Escribo esto en viernes santo y aunque lo más probable es que sepamos quien estranguló a Camila en el curso de estos días, no deja de parecer un disparate propio del México contemporáneo. Da la impresión de haber sido un arrebato psicópata de algún adulto, la vecina tenía el antecedente de haberse casado con un secuestrador ya fallecido, no es poca cosa. Lo cierto es que hubo asesinatos, aunque esto es desgraciadamente cotidiano, es la participación de una masa de decenas de vecinos lo que más resalta la tragedia de Camila. Los grupos de redes sociales identificaron a los presuntos asesinos, estos no fueron consignados, en cambio la policía los mantuvo en su casa rodeados en espera de una autorización para entrar. Rápidamente se organizó una enardecida masa de adultos, hombres y mujeres que no dudaron en destrozar el cuerpo de una mujer a golpes, asesinada por una turba que es síntoma del malestar social de la comunidad. Decenas de celulares deben tener escenas brutales, los que no daban golpes registraban en su celular lo que sucedía. Nadie intervenía, hubo tímidos intentos de la policía por actuar ante la activación de la masa. Entiéndase por masa a un grupo de individuos cuyos comportamientos y personalidad son distintos a los usuales y cotidianos de cada uno y se identifican entre sí perdiendo su individualidad, tornándose frecuentemente primitivos, mediante un contagio emocional. El linchamiento es eso, un fugaz frenesí, una desinhibición y aflore de los impulsos de muerte. El terreno fértil es el miedo y el odio, nuestro medio es frágil a esto, los linchamientos en el centro y sur de México no son tan raros, unos pocos son demasiados. La relación con el miedo a que te roben a tu hijo y la conducta colectiva que vimos están muy relacionadas. Se trata de un miedo ancestral, el robachicos es fuente de miedo y aprendizaje para los niños, un personaje muy temido. El saber la injusticia e impunidad en que vivimos hace que entendamos el enojo grupal frente a esos policías aterrados e idiotizados. El ambiente está caliente y la posibilidad de actos de linchamiento o castigo colectivo es mayor. Le han dado la vuelta al mundo las terribles imágenes de asesinato y degradación del cuerpo de una mujer en manos de los enardecidos y algunos vecinos encapuchados. Es un estado alterado de la conciencia donde la moral del individuo se somete a la voluntad del grupo. La tragedia mayor es el asesinato de Camila, lo extraordinario fue la respuesta de la masa como reflejo de la rabia nacional.

  • *- El autor es siquiatra y ejerce en Tijuana.