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El partido más caro

Sin una gran cantidad de dinero conseguir un boleto para el Super Bowl es prácticamente imposible. El mismo Kyle Shanahan, coach de los 49s de San Francisco lanzó una dura frase esta semana en conferencia de prensa: “No es un evento para todos”.

Sin una gran cantidad de dinero conseguir un boleto para el Super Bowl es prácticamente imposible. El mismo Kyle Shanahan, coach de los 49s de San Francisco lanzó una dura frase esta semana en conferencia de prensa: “No es un evento para todos”.

A Shanahan le cuestionaron si no prefería sólo una semana de descanso previa al Super Bowl, y el coach no dudó en responder que las dos semanas son necesarias. Uno de los argumentos que dio fue la enorme distracción que les genera, sobre todo a los jugadores que viven su primer Super Domingo, el que amigos y familiares pidan que les consigan boletos para el juego.

“No te das cuenta de cuantos familiares tienes (hasta esa semana), te llegan 500 mensajes de texto diciendo que nunca han ido a un Super Bowl y luego te das cuenta del limitado número de personas y lo difícil que es. Lo más estresante para mí es ver a los jugadores pasar por eso y creo que es importante tener unos días para dejar de lado todas esas cosas (...). La realidad es que no es un evento para todos”.

No existen datos de cuánto cuesta de origen un boleto para el Super Bowl porque nunca salen a la venta para el público. La NFL distribuye los boletos entre los jugadores, hasta 15 por cada uno, los clubes y patrocinadores; si un aficionado común quiere adquirir una entrada lo tiene que hacer a través de los portales de reventa, una práctica legal y común aquí en Estados Unidos, y es ahí donde su valor se dispara. Incluso ya es considerado el Super Bowl con los boletos más caros.

Hasta ayer, el sitio Vividseats.com tenía los tickets más baratos en 5 mil 834 dólares (poco más de 100 mil pesos) y los más caros pueden llegar a valer más de 30 mil dólares (arriba de 520 mil pesos).

Un artículo llamado “English lesson” de Eduardo Sacheri publicado en el diario El Gráfico e incluido en el libro “Las llaves del reino” hace referencia a un golpe de realidad que tiene que ver con esto. Sacheri platica con un historiador inglés que tiene boletos para toda la temporada del club Arsenal y le cuestiona cómo le hicieron para erradicar la violencia en los estadios.

El personaje le da tres razones: La estricta seguridad, que los aficionados siempre están sentados (salvo festejos) y el costo de los boletos. Al saber cuánto cuesta tener un pase de temporada (no dice la cantidad) se cuestiona cómo le hace la gente de bajos recursos para ir a un partido: “No, they never go”. Quizá para muchos es algo irrelevante, está presente el que puede pagarlo y no pasa nada. Guardando proporciones, acaba de suceder al anunciarse los precios de los boletos para el juego de exhibición entre Yanquis y Diablos Rojos en la Ciudad de México, los más baratos en casi mil pesos; los aficionados expresaron su molestia en redes sociales, pero en minutos se agotaron las entradas. No pasa nada, pero no deja de ser triste que el deporte en vivo esté al alcance de unos cuantos.