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El sueño de Gaby para el 2040 (¡y el mío!)

Tengo un sueño muy grande, muy imponente, de urgente resolución. Una visión para el 2040. Un reto mayúsculo.

Tengo un sueño muy grande, muy imponente, de urgente resolución. Una visión para el 2040. Un reto mayúsculo. Teníamos que salvar a México del desastre de seguridad, de salud, de servicios públicos, de eficiencia, de lo mucho que pagamos de impuestos y lo poco que recibimos del gobierno.

Corría el año 2023 y México, los opositores a este gobierno, necesitábamos urgentemente un candidato a presidente de la república que pudiera hacerle frente a una candidata oficial que tiene toda la fuerza del aparato del estado.

Las cosas se veían sombrías para la oposición: partidos y ciudadanos estaban divididos y no se vislumbraba en el horizonte, un candidato que pudiera unirlos, ni tampoco uno que pudiera inspirar a la ciudadanía a salir a votar, clave para ganar las elecciones.

Sin esperarlo, irrumpió en la escena la candidata formidable: auténtica, humana, capaz, alegre, entrona, trabajadora y con amplia experiencia en diversos ámbitos, tanto en la iniciativa privada, como en el gobierno.

Xóchitl Gálvez, la niña indígena que creció en un hogar con alcoholismo y violencia doméstica, la ingeniera en computación que estudió una carrera en la UNAM cuando las mujeres eran invisibles en su campo, la empresaria exitosa que fue galardonada en dos ocasiones como líder mundial, la filántropa que sacó a miles de niños indígenas de la desnutrición con sus propios recursos, la extraordinaria profesional que fue encontrada por un cazatalentos del presidente Fox, invitándola a trabajar dentro del gabinete, al servicio de los pueblos indígenas.

Tras una encarnizada batalla entre las únicas dos candidatas viables, Xóchitl, de la mano de 3 partidos políticos unidos y con la participación inédita de la ciudadanía, ganó las elecciones presidenciales del 2024, logrando también el congreso a su favor.

Con la visión e inteligencia que siempre la caracterizaron, Xóchitl pudo coordinar los esfuerzos, unificar los criterios, armar talentosos equipos de trabajo, e inspirar a la ciudadanía, para aprovechar el momento único por el que atravesaba México para su desarrollo integral.

Había muchos obstáculos que vencer: el más urgente, el de la inseguridad. Pero con inteligencia, corazón y muchas agallas, logró una red de cooperación internacional para meter en cintura al crimen organizado.

Con su amplio entendimiento de la ciencia, impulsó el desarrollo de energías limpias a lo largo del país, construyó plantas para desalinización del agua de mar y de tratamiento de aguas residuales, para brindarle a las empresas los recursos que necesitaban para establecerse en el país.

Impulsó el estudio de los jóvenes en las áreas técnicas que requerían las industrias que llegarían.

Se abocó a apoyar a las mujeres para que se integraran a la fuerza laboral, brindándoles a sus hijos estancias infantiles, escuelas de tiempo completo, espacios con actividades formativas para los adolescentes, y estableciendo comunidades de atención a los adultos mayores. Mejoró las políticas de asistencia social para aquellos ciudadanos que las requerían. Impulsó un sistema de salud universal del más alto nivel y la mejor educación pública para todos.

En 6 años, México experimentó un cambio profundo, siendo el más importante de todos, el de tener la esperanza de que podíamos vivir mejor, mucho mejor que antes. En 6 años, se sentaron las bases para entrar a las filas de los países de primer mundo, donde cada día más mexicanos son líderes mundiales en distintos campos, gracias al espíritu apasionado que siempre nos ha caracterizado.

Hoy, en el 2040, tú vives en el primer mundo gracias a que un día, una valiente mujer decidió enfrentarse a las mentiras, al autoritarismo, a la apatía, a la indiferencia y a la polarización entre los mexicanos. Una valiente mujer que con todo el corazón, nos inspiró a salir de nuestro letargo y nos devolvió la esperanza de un México mejor. (Texto de Gabriela Molina)