La peor persona del mundoDir. Joachim Trier
La más reciente cinta de Joachim Trier es tan formidable que logró lo que ninguna otra película había logrado. Me hizo volver al cine después de dos años sin pisar el interior de una sala, para verla por segunda vez.
La más reciente cinta de Joachim Trier es tan formidable que logró lo que ninguna otra película había logrado. Me hizo volver al cine después de dos años sin pisar el interior de una sala, para verla por segunda vez (la primera fue en versión digital). No sólo se trata una de las mejores películas del 2021, es también nominada para Oscares, como mejor película extranjera y mejor guión, y su protagonista Renate Reinsve (ganadora de la palma de oro en Cannes), definitivamente debió ser incluida en la terna para mejor actriz.
La peor persona del mundo es un relato de maduración tardía, de las elecciones que se toman, o no, en la vida y de los caminos que estas abren ante nosotros, acertada o erróneamente, de las parejas que elegimos y de las que dejamos atrás.
La estructura de la cinta es literaria. Al inicio reza "una historia en capítulos, un prólogo y un epílogo", y esta es la forma en que se dividen las experiencias de un par de años en la vida de Julie (Reinsve), una joven que a los casi treinta años aún no ha definido su camino. Ha estudiado, y abandonado, las carreras de medicina y psicología, para iniciar estudios en fotografía y trabajar en una librería
La característica que define a Julie es la indecisión y falta compromiso, que se puede traducir en una simple indefinición acerca de si misma y de lo que quiere en la vida. Esto es lo que comprenderá en el transcurso de dos horas (un par de años), a definirse a sí misma.
Tal como en otra de las mejores películas del año (Licorice Pizza), una cualidad esencial que Trier y Eskil Vogt (su co guionista) imbuyen en La peor persona, es la forma que plasman la vida (y la cotidianidad) tal cual es, creando un retrato honesto y sincero, y enfatizando las cosas que sobresalen; en este caso específico, las relaciones de Julie y la forma en que estas afectan el transcurso de su vida.
Después de conocer a Aksel (Anders Danielsen Lie), un reconocido historietista más de una decada mayor que ella, Julie inicia una relación sólida y se muda a su departamento. Todo parece ir de maravilla durante un buen tiempo, el único punto en que la pareja difiere es el tema de hijos. La edad de Aksel lo hace inclinarse por ellos, al contrario, Julie, no está convencida de querer ser madre.
Una noche de perceptible insatisfacción lleva a Julie a colarse a una fiesta donde lleva a cabo un "inocente" coqueteo con Eivind (Herbert Nordrum), que se convierte en una especie de relación express (sin sexo), en que comparten todas las intimidades de una pareja estable en tan sólo un par de horas. Una secuencia de tal intimidad y veracidad que podría ser una historia en sí misma.
A lo largo de la cinta, Trier, demuestra una muy precisa e invisible dirección, totalmente discreta, enfocándose a narrar la historia, hasta el momento en que Julie tiene una epifanía en la cocina del departamento, mientras Aksel se sirve café. Esa secuencia ya tan famosa, exhibida en avances de la película, no sólo es un momento clave en la narrativa, y un deslumbrante destello de dirección, sino también una secuencia verdaderamente emotiva y absolutamente hermosa, que además concluye de manera perfecta con un "sí te amo, pero a la vez no", resumiendo la contradictoria naturaleza de, una aún inmadura, Julie.
Este momento crea otro giro que vuelve a cambiar el curso de Julie, tomando una decisión que podrá ser revertida quizá demasiado tarde
Con el paso del tiempo y la experiencia, Julie también confronta la relación con su padre indiferente (ya en un segundo matrimonio y otra hija adolescente), motivo de uno de los traumas que han afectado su crecimiento. Este es uno de los temas expuestos durante una conversación con Aksel, que hace las veces de portavoz de las opiniones de Trier/Vogt, en un profundo y emotivo monólogo generación X, sobre la mortalidad, el significado/relevancia de la creación artística y el apego fetichista a los objetos materiales, como una forma en que la cultura se heredaba (antes de la revolución digital), y la manera en que este entendimiento, se puede transformar en coleccionismo desmedido y sin sentido. En nuestra ausencia, dejamos atrás a nuestros objetos como única manera de definirnos y entendernos.
Trier, con su peor persona del mundo, reflexiona sobre los temas que nos importan y mueven a lo largo de la vida, hasta que por fin, inesperadamente, cada suceso llaga a tener sentido, creando en el proceso una de las mejores películas del año.
¿Cuántas veces se descubre al amor de la vida cuando éste ya se ha quedado atrás… dejando agridulce enseñanza como legado?
El autor es editor y escritor en Sadhaka Studio.
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