Madres Paralelas Dir. Pedro Almodóvar
La obra de Pedro Almodóvar ha evolucionado a lo largo de las últimas cuatro décadas, su contenido y estilo han cambiado, sin perder nunca su característica esencia almodovariana.
La obra de Pedro Almodóvar ha evolucionado a lo largo de las últimas cuatro décadas, su contenido y estilo han cambiado, sin perder nunca su característica esencia almodovariana. Pero mucho dista el realizador de Pepi, Luci y Bom, que era una versión manchega de John Waters, del septuagenario que ahora presenta una cinta con contenido político y memoria histórica, cosas de las que se deslindó en múltiples ocasiones, aunque su obra expresara lo contrario.
Madres Paralelas, a primera vista parece continuar sobre la línea sobria en la que se embarcó Almodóvar desde Julieta (2016). Los primeros minutos de la cinta establecen los cimientos serios e históricos sobre los que se construirá un relato que tiene más que ver con el Almodóvar descojonante de antaño, un melodramón digno de Douglas Sirk.
Esos cinco minutos iniciales parecen un engaño y huelen bastante a decepción. Janis (Penélope Cruz) explica a Arturo (Israel Elejalde), en la forma más didáctica posible, acerca de los asesinatos durante la Guerra Civil española, de los cuales un familiar cercano de ella fue víctima. La escena expositora y la forma en que es dirigida, la hace parecer salida de serie comunitaria del canal Once en los ochenta. Se hace mención específica de las fosas y de la memoria histórica. Aunque la intención del director es loable, su ejecución resulta estridente.
Después de este tropiezo inicial, que sirve de marco para la narrativa, la relación entre Janis y Arturo corre vertiginosamente, en breve concluyendo en embarazo.
En el hospital, Janis comparte habitación con otra, muy joven, madre soltera, Ana (Milena Smit). Pronto forman un vínculo sororo. Ambas dan a luz a niñas que son enviadas a observación por ligeras com
plicaciones. Las nuevas madres acuerdan continuar en contacto para intercambiar información sobre su nueva experiencia materna.
Este punto de trama, telegrafía descaradamente el meollo del melodrama que se aproxima, momento que anuncia a un Almodóvar de vuelta a las andadas. Y lo hace con una escena intencionalmente mal dirigida, en que los cortes, la línea visual y los decorados no coinciden entre sí, haciendo clara referencia a los valores de producción del culebrón promedio.
Este es un “problema” que aqueja también a otras secuencias y que es una obvia consecuencia de la producción durante la pandemia, que ha obligado a rodar de forma inusual. Actores leyendo sus partes por separado, lo que hace difícil e inverosímil empatar las partes para construir una escena.
Sin embargo Almodóvar sale a flote, rescatando momentos de revelación dramática, e invirtiéndolos con su peculiar picardía. Así, el director transforma lo que en esencia podría ser un simple melodrama más, elevándose a los demenciales niveles de Sirk y Fassbinder. Demostrando así, ser el maestro absoluto del género, en el cine contemporáneo.
La edad, a pesar de ese inicio desconcertante, no ha afectado en lo más mínimo al realizador. Todos los elementos que forman parte de su estilo están presentes con creces. La dirección de arte impecable y colorida, la absurda trama alta en contenido camp, atiborrada de coincidencias e improbabilidades que hacen de sucesos dramáticos el verdadero chiste que son. Actuaciones inmejorables, como la de Penélope, contrapuestas a actuaciones de cartón (Milena Smit) crean un contraste perfecto que no deja lugar a duda de sus verdaderas intenciones cómicas, y del legado de John Waters, que aún está más que latente.
El problema más grande de la cinta es el no poder conciliar sus instintos más almodovarianos con su intención política y, para que quede muy claro (se repite mil veces en la cinta), de memoria histórica. Así, la película está divida en dos, la parte seria (que resulta no intencionalmente cómica) enmarcando la narrativa, y la parte delirante que es un refrito de los temas recurrentes del director.
Esas resultan ser finalmente las dos madres paralelas, una representando a la patria del autor, con sus heridas abiertas y contradicciones, la otra a sus creaciones e idiosincrasia, lejana (aparentemente) de toda pretensión política, como lo afirmó durante décadas.
Madres Paralelas, en el peor de los casos es una entrega más de Almodóvar que, divierte, aboga por las familias alternativas (como de costumbre), e invita a la reflexión (por forzada que sea). Y una nueva cinta de Almodóvar siempre es motivo de celebración. de Kelly.
“Gene siempre estaba buscando el siguiente horizonte. La brillante visión de Guillermo Del Toro representa el tipo de genio creativo que Gene más admiraba. Al igual que Gene, Del Toro es un tomador de riesgos que abre nuevos caminos”, explicó la viuda del histrión.
La Advanced Imaging Society fue formada hace poco más de 10 años en Hollywood para identificar tecnologías cinematográficas revolucionarias y fomentar su desarrollo e impulso. Algunas de las empresas fundadoras son Disney, Pixar, Marvel, Sony, Paramount, Imax y Warner Bros.[[RS-Guillermo del Toro to Receive Advanced Imaging Society Honor - The Hollywood Reporter
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