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Baja California siglo XXI: Educación y destino

Vista desde la perspectiva del siglo XXI, hoy vivimos un mundo globalizado donde la capacitación ante los cambios tecnológicos es una educación para mantenerse en la ola de choque...

Vista desde la perspectiva del siglo XXI, hoy vivimos un mundo globalizado donde la capacitación ante los cambios tecnológicos es una educación para mantenerse en la ola de choque, para hacer de nuestro estado un trampolín educativo que prepara a muchos jóvenes bajacalifornianos para el libre comercio, el neoliberalismo económico y las guerras comerciales entre países hasta hace poco aliados.

Esto ya se vislumbraba desde la creación del Tratado de Libre Comercio de América del Norte, del que Baja California surgió como una frontera de silicio, aeroespacial, de vanguardia, como se daría a partir de 1994. Al mismo tiempo, el impacto social de los derechos humanos y de la ecología llevó a que la educación en nuestra entidad se diversificara hacia la educación ambiental, para los adultos, los discapacitados, los indígenas y los migrantes, como parte de un esfuerzo comunitario por extender sus beneficios a sectores que habían sido marginados hasta entonces.

Lo cierto es que la educación en nuestro estado, desde 1952 a la fecha, es un impulso decidido para conocernos a nosotros mismos y así poder enfrentar los retos de la convivencia fronteriza con los Estados Unidos o los del centralismo desde la ciudad de México. Los procesos de enseñanza-aprendizaje sirvieron para abrir lo educativo más allá de lo tecnológico y lo industrial hacia lo social, lo cultural y lo artístico. Con instituciones como la Universidad Autónoma de Baja California (1957), el Cetys (1961), el Cicese (1973), el Colegio de Bachilleres (1981), el Colegio de la Frontera Norte (1982), el Centro Cultural Tijuana (1982), el Instituto de Cultura de Baja California (1989), la Universidad de Tijuana (1994) o los Centros Estatales para las Artes y la Cultura que se fundaron, a partir de 2005, en Mexicali, Ensenada, Tijuana, Tecate y Playas de Rosarito, Baja California se vuelve un sitio de primer orden para el desarrollo de todas las áreas del conocimiento, para la creatividad en las ciencias y en las artes por igual.

En realidad, Baja California, por ser un estado fronterizo, cuenta con ventajas inimaginables en otras entidades del interior del país, comenzando con la posibilidad de comparar experiencias educativas que se dan a uno y otro lado de la línea internacional. No somos, los bajacalifornianos, gente que acepte las cosas como son, que venere lo antiguo solo por ser antiguo. Su ansia de ir hacia adelante, de quemar etapas a la mayor brevedad, de experimentar lo novedoso hasta dar con el mejor resultado para nosotros mismos, forman parte de nuestra idiosincrasia ciudadana, de nuestro carácter colectivo. Emprendedores hemos sido desde que somos frontera. Cantores de la canción del progreso. Mensajeros del futuro desde el presente que levantamos con los materiales del conocimiento.

Pero también sabemos hacer las cosas para que duren, construir una cultura para que permanezca. Por eso, para nosotros, educar es una carrera de largo aliento, un trabajo que se hace aquí y ahora para cosechar sus frutos en el lejano porvenir. Si vemos lo logrado, desde 1869 con la escuela particular de Schieroni y desde 1871 con la primera escuela pública de la entidad a nuestros días, podemos sentirnos orgullosos de que en apenas 150 años de vida comunitaria de nuestra sociedad se haya logrado alcanzar tantas metas y superar tantos desafíos, se haya puesto en pie a Baja California gracias a una esmerada educación en todos los niveles, a un compromiso que vincula a padres de familia, maestros y alumnos en mejorar nuestro entorno de todas las formas posibles, con todos los saberes a nuestra alcance.

En nuestra entidad, la educación ha sido palanca comunitaria, tarea colectiva, visión global y esfuerzo personal; labor de educadores, profesionistas, administrativos, conserjes, alumnos y familiares. Se ha hecho con obras reales, conceptos válidos, problemas a resolver y soluciones a llevar a cabo. Por eso la educación habla por todos nosotros, los bajacalifornianos, y por eso nos sentimos con derecho a hablar de ella: porque es un reto cotidiano, un desafío social, un ideal que buscamos, con afanoso apego, cumplirlo y mejorarlo en la casa como en el aula, en la escuela como en la comunidad. Porque siempre hemos sido una tierra de retos y oportunidades, un mundo que siempre está transformándose a sí mismo, que siempre busca la plenitud de lo humano, las infinitas posibilidades de la convivencia sin más escudo que la curiosidad, sin más armas que la razón, sin más promesa que mejorar nuestro entorno, que compartirlo entre todos.

* El autor es escritor, miembro de la Academia Mexicana de la Lengua.

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