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Ansiedad apocalíptica

Desde hace una semana la salud mundial se ha puesto en guardia por el  Coronavirus de Wuhan.

Desde hace una semana la salud mundial se ha puesto en guardia por el  Coronavirus de Wuhan. Un nuevo virus que surgió en China, potencialmente podría convertirse en pandemia matando de neumonía como un 10% de la población infectada. Esto no es nuevo, pero tampoco es frecuente que surja un nuevo virus en el humano. Tan novedoso es que, si se esparce, aún no sabemos lo suficiente acerca de él como para defendernos. Sucesos como este generan una sensación apocalíptica y han tenido históricamente mucha influencia en el ánimo y la ansiedad colectiva.

Hoy en día la ansiedad más racional es la climática, como una sensación de desastre inminente. Vivir es saber que moriremos, sin embargo, tener la muerte en las narices genera una inevitable ansiedad. Las evidencias del cambio climático son muy angustiantes. No será de sorprender que, si esto sigue creciendo exponencialmente, en algunos años puede ser que la ansiedad ecológica esté mencionada en las variables clínicas de la ansiedad. Personajes frágiles como Greta Thumberg, están constantemente obsesionadas y ansiosas con el apocalipsis ecológico. No me sorprendería que Greta presentara una crisis, habría que apoyarla y no burlarse como lo hace Trump. La fantasía apocalíptica entra más y más a nuestro imaginario colectivo, basta con ver películas y series sobre el tema, abundan. En este siglo veremos regiones de ricos viviendo en áreas protegidas del desastre ecológico. Una distinción de clases que será otra bomba de tiempo y una batalla por sobrevivir. Un acuerdo climático global se ve casi imposible, el capital manda. Las oposiciones entre los ejes geopolíticos, por sus intereses de mercado, imposibilitan tener reglas acordadas, de forma tal, que el capital no dominara las condiciones humanas mínimas para sobrevivir parejo. Las ciencias sociales recalcan que los países y las comunidades pobres son particularmente vulnerables frente a estos cambios. El impacto del cambio climático no es homogéneo, y es absolutamente necesario desarrollar estrategias y crear fondos para una respuesta eficaz. Mientras tanto puede suceder que domine el miedo sobre la acción. La ansiedad desespera, no ayuda para responder con serenidad. La ansiedad climática frente a los desastres naturales distrae de la planeación y acuerdo sobre cómo responder colectivamente a tiempo. A diferencia de los virus, que tarde o temprano diezmarán a la humanidad, como ha sucedido a lo largo de la historia, el cambio climático nos avisa, tenemos la oportunidad de responder. Las respuestas post modernistas a esta ansiedad ecológica, como el veganismo o el animalismo, solamente alivian al individuo y evaden su compromiso colectivo. Se agudizará la tensión mundial en el curso del siglo, habrá más y más guerras por los recursos naturales. Yo soy pesimista en este asunto.

* El autor es siquiatra y ejerce en Tijuana.

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