Termómetro mental
Afirmar que medio mundo está en manos de sicópatas no es un delirio o teoría conspiracionista. La historia ha mostrado que cuanto más narcisista y sicópata sea un político más probabilidades tendrá de encabezar imperios. Aunque ya murió casi toda la generación de la Alemania nazi, Hitler sigue siendo el referente por excelencia en la memoria colectiva. Representa al narcisista sicópata que encabezó un movimiento radical en el que participaron entusiastamente miles de alemanes, pero no podemos decir que eran sicópatas los alemanes. Se trató de un delirio compartido, una certeza de que había que eliminar a los impuros, entiéndase comunistas, judíos y gitanos, más todo aquel que tuviera un impedimento mental o físico. ¿Cómo explicar que un pueblo de los más civilizados en su época realizara tal barbarie? No es un contagio de la sicopatía del líder, es una enajenación en sus ideales. Usualmente los narcisistas sicópatas que encabezan grandes o poderosas naciones son una botarga que representa los intereses de otros sicópatas con menos narcisismo y más cálculo, el poder financiero. De los grandes sicópatas narcisistas contemporáneos que encabezan masas es de destacar a la pareja Trump y Kim Jong-Un, aunque hay otros de medio pelo como Bolsonaro. El sicópata puede ser muy seductor y en otro momento sádicamente agresivo, lo caracteriza su falta de empatía con el sufrimiento del otro. El narcisista tiene la certeza de ser superior a los demás y así se comporta. La sicopatía da más astucia y frialdad, el narcisismo da cierta fragilidad ante la intolerancia a la frustración de no ser el más importante. En la historia la masa liderada por un narcisista sicópata, ha ocasionado grandes guerras, pero ahora corremos el riesgo de la aniquilación total de la humanidad. Las armas atómicas han dado una nueva dimensión al estar en manos de sicópatas, basta con que un gobierno decida lanzar el primer misil para que haya una reacción en cadena. Nada más entre Estados Unidos y Rusia tienen aproximadamente 14,000. Sería suicida atacar nuclearmente a otro, pero no imposible. Un narcisista puede perder el cálculo imaginando será triunfador por sentirse superior a la opinión de los demás, a un sicópata puede importarle poco que una acción le cueste la vida. Si no acabamos en una hecatombe nuclear lo estaremos ante el cambio climático, también negado por narcisismo y sicopatía, aunado al interés del capital para el que la naturaleza está para consumirse y lucrar. “La mitad de los problemas del mundo se deben a gente que quiere sentirse importante. No desean hacer daño, pero si lo hacen no les importa. No prestan atención al daño o lo justifican quedando absortos en la eterna lucha por pensar bien de ellos mismos”, T. S. Eliot. * El autor es siquiatra y ejerce en Tijuana.
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