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Frontera Astronómica

El miércoles 10 de abril fue uno de esos días mágicos en los que la ciencia nos muestra su grandeza, de esos días que hacen que todas nuestras inquietudes, problemas y también las alegrías parezcan más pequeñas y menos importantes: por primera vez en la historia de las astronomía hemos podido “ver” un agujero negro, está en el centro de una luminosa galaxia llamada M87 localizada a 55 millones de años luz. Su masa, nada chiquita, ¡equivale a más de mil millones de soles! Pero, ¿qué es un agujero negro? Son objetos astronómicos con tanta masa que generan una fuerza de gravedad tal que ni siquiera la luz puede escapar de ellos. La ciencia había postulado ya la existencia de los agujeros negros. Pero el problema es que ¡no pueden verse! “Ver” significa captar la luz de un objeto, ya sea con nuestros ojos o con instrumentos de detección, por ejemplo las cámaras fotográficas. Si ni siquiera la luz puede escapar de un agujero negro, entonces no podremos verlo. Sin embargo, los astrónomos han encontrado pruebas indirectas de la existencia de estos objetos a través del efecto que ejercen sobre el gas y/o las estrellas que tienen cerca. Diversos estudios indican que existen dos tipos de agujeros negros. Sabemos que algunas estrellas, las más grandes y pesadas, cuando llegan a la etapa final de su vida pueden explotar, expulsando las capas exteriores de la estrella y haciendo que el núcleo, el material interior que quedó tras la expulsión de las capas exteriores, colapse. Si la masa de la estrella es suficientemente grande, el núcleo colapsado se puede convertir en un agujero negro. Pero estos agujeros negros son relativamente pequeños con masas equivalentes a solamente varias veces la masa del Sol. Pero también tenemos pruebas de la existencia de otro tipo de agujeros negros, más descomunales, con masas equivalente a millones o miles de millones la masa del Sol que se encuentran en el centro de algunas galaxias, con es caso de la galaxia M87, de la cual ya teníamos pruebas indirectas de la existencia del agujero negro supermasivo de su centro. La imagen publicada el 10 de abril respalda un concienzudo estudio que ha involucrado 200 científicos y 8 telescopios que observaron la fuente durante cinco días hace dos años. El equipo de científicos se enfrentó al reto de captar la imagen de algo que por definición no puede verse y que además es tan pequeño que ningún telescopio que hayamos construido tiene la resolución para ver objetos de ese tamaño a la distancia de la galaxia. Pero resolvieron las limitaciones de forma muy inteligente. En primer lugar eligieron una técnica de observación que se llama interferometría que permite combinar observaciones simultáneas de varios telescopios localizados por toda la Tierra (México, Hawai, Estados Unidos, España, Chile y Polo Sur) para crear un telescopio virtual del tamaño del área que encierran las posiciones de los telescopios y así obtener una resolución sin precedentes. El resultado es la imagen que se presenta. Lo que vemos en ella es un aro luminoso, dentro de él cabe poco más que el sistema solar. La luz corresponde a la emisión del material que está tragando el agujero negro que no podemos ver completa porque a partir de cierto radio, lo que llamamos el horizonte de eventos, la luz no puede escapar al efecto de agujero negro. Sin duda, una imagen que nos llena de emoción, y ahora, esperemos la próxima que ya se comenta será del agujero negro que está en el centro de nuestra galaxia.

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