El ojo del marketing
Hace dos semanas estábamos platicando sobre el movimiento #MeTooEscritoresMX y todos los derivados de ese hashtag, seguimos hilos, leímos historias tremendas, las respuestas de “yo si te creo”, pero algo había que no estaba bien. Sergio, mi amigo y colega me decía “no puede ser que linchen de esa forma a alguien” pero es impensable irrumpir en la conversación y decir que eso no era una buena idea ¿cómo le dices eso a una chica que realmente fue agredida?... pero el tiempo da las respuestas. Hoy amanecimos con la noticia de que un músico mexicano se había suicidado dejando una carta muy sentida por el mismo medio: redes sociales. Fue desgarrador lo que leí “lo que menos deseo es que mi hijo se vea afectado por la falsa acusación que se me hace”, obviamente no tenemos la verdad, no podemos ni somos quien para juzgar, pero pensemos que es cierto, que este señor no hizo nada indebido ¿acaso somos cómplices de orillar a alguien al suicidio? Sin ser terapetuas, obviando que los problemas de esta persona no empezaron con esa denuncia, la realidad es que lo que compartimos en redes sociales puede afectar la vida de alguien de forma irreparable. Hace unos meses se detuvo a una persona en Sonora por vender contenido de mas de 300 niñas, los famosos “packs”. Otras veces hemos recibido en nuestro WhatsApp fotos de una mujer desnuda exhibida por otra, por ser “la infeliz amante de mi hombre”, y ahí estamos, reenviando cuanta cosa ¿no nos damos cuenta? ¿o que es lo que pasa? Tiene que pasar una cosa como la de hoy y volvemos a dicho infame “muerto el niño a tapar el pozo” todos somos culpables de propagar esa información nociva para alguien, hasta que nos llega, hasta que es alguien conocido, hasta que nos duele. La cuenta de @metoomusicosmx ha desparecido, avientan la piedra y esconden la mano. ¿Qué hay de los casos reales? ¿quién fué responsable de saber que publicar o que no? ¿quien se hizo pasar por juez? ¿y sabe usted que es lo peor? Que muchas mujeres en distintos movimientos #MeToo que vieron una oportunidad y se animaron a ventilar los horrores que vivieron, automáticamente quedan anuladas, hacía falta un muerto, una consecuencia para entender de una vez por todas que las redes sociales NO es un juzgado, que lamentablemente solo sirven para pensar en voz alta, porque sin denuncia no pasa nada. Sé y me duele lo que estoy escribiendo, es horrible lo que las mujeres tenemos que soportar, porque hasta para denunciar es un viacrucis, pero asumamos la realidad. Una persona calumniada, una vida destrozada, un inocente linchado es un precio muy alto. ¿Qué hacer? no se, creo que debemos hacer una introspección, cada vez que nos llegue una noticia, un material sensible, un chisme, detenernos a pensar que posiblemente esa persona sea inocente ¿y si es culpable? no somos jueces, impulsemos leyes, seamos mejores personas, pero no nos comportemos igual que los delincuentes. Yo no se si la persona era culpable o no, pero la presunción de inocencia no se le debería de negar a nadie. Seamos responsables, nadie está exento. #StopSharingCrap #NoCompartasBasura * La autora es estratega de marketing, directora de Adirektiva, miembro de la Asociación Mexicana de Mujeres Empresarias.
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