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Termómetro mental

La supremacía blanca es algo que tenemos a unos metros. La delirante vigencia de la superioridad caucásica es resultado de que durante los siglos recientes han sido blancos los imperios y los dominadores. La reciente masacre en Nueva Zelanda es un ejemplo extremo de lo que sutilmente domina en los “White Anglo-Saxon Protestant”. No es casual que el asesino reciente tuviera un manifiesto donde se inspiraba en Trump y aludía al Valhalla, que es el cielo vikingo al que llegan los mártires de batalla. Una burda “copycat” de Anders Breivik. Un cielo como el Yanna islámico al que, si se accede por el martirio, tendrán esperándolos 72 vírgenes para cada uno (si se es mujer solamente le toca un hombre, el mismo que tenía en la tierra). La superioridad aria de la Alemania nazi fue la introyección del racismo en nombre de una supuesta verdad apoyada en presuntas evidencias científicas. Lo que sucedió en Nueva Zelanda no fue una masacre más de un sicótico que mata al azar, este es lo que se llama un crimen de odio. Odio esencialmente a la migración, dicho por el asesino. La causa no se basa en una creencia, no es en nombre de Dios, es en reacción a la desaparición de la supremacía blanca en curso. Los blancos en el país del Norte dejarán de ser mayoría en unos años, los latinos dominarán numéricamente. Esta fobia, esta sensación de amenaza ante la migración, ante la otredad, domina en las ultra derechas. No verán ultraizquierdas racistas. La ultraderecha manda en el país del Norte, mediante el ejército y financieramente, su representante es Trump. Son fuerzas que abrigan la certeza de la supremacía blanca. En Estados Unidos son estas mismas fuerzas las que vigilan y ven en la migración una amenaza racial, que en el fondo es una lucha de clases. El abierto neonazi no es el mayor problema, lo es el que lo piensa, pero no lo dice públicamente. Aunque Trump resulta patético usando adjetivos racistas para los no blancos, el problema es que casi la mitad de los americanos votaron por él, en mucho fue un voto del poder blanco. Más sofisticada resulta la supremacía cristiana, esa del vicepresidente Pence, además representante de la supremacía heterosexual. La agenda cristiana bíblica blanca es esencialmente conservadora e intolerante a la diversidad. El asesinato en Nueva Zelanda se transmitió en vivo con siniestras imágenes idénticas a un videojuego. Un ataque racista, con puntería al migrante y refugiado musulmán, porque no le gustó lo que vio en Europa, así de simple lo argumentó. * El autor es siquiatra y ejerce en Tijuana.

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