El ojo del marketing
“Las promotoras necesitan un curso de maquillaje” así como lo lee, lo solté en una junta frente al director y a los demás gerentes, todos varones, parecía que había pedido un minuto de silencio…”¿cuánto más vamos a vender?” me respondió el gerente comercial, los otros seguían haciendo mutis, creo que escuché el crujir de su cerebro, me había salido yo de absolutamente todo el tema, me di cuenta que si no atajaba rápido los perdía. “Permítanme explicarme”. ¿Conocen la vida de las promotoras?, el 99% de ellas son madres, no de uno, de dos o hasta tres, casi todas tienen pareja (no necesariamente el papá de los niños) la mayoría de las veces el señor no está de buen humor; uno de los niños tiene gripe y no se lo recibirán en la guardería, entonces tiene que acudir con su mamá a pedirle el favor ¿cómo creen que la recibe su señora madre? le recuerda cada uno de sus errores en todos estos 24 años de vida, ella hace como que la escucha pero lo único que quiere es irse a trabajar lo antes posible. El transporte público supongamos que pasa sin problema y nadie nunca les falta al respeto. Llega al autoservicio rogándole a Dios que su jefe sea hombre, porque si es mujer le va peor, claro la “nueva jefa” ya pasó por todo esto y ascendió, amargada, pero ascendió. Si le toca la suerte que es hombre, lo peor que le puede pasar es que la mande a panadería a limpiar, aunque la responsabilidad de ella está en el departamento de lácteos ¡por fin llegó a su lugar!, parte sus quesitos para degustación y no falta la señora copetona que pasa empujando su carrito con la nariz mas parada que Pocahontas “¿gusta probar?” a la que bien le va, le dan un “no gracias” pero la mayoría de las veces son olímpicamente ignoradas, eso sin mencionar que a veces las acompaña el marido coquetón que se hace vivo, haciéndola merecedora de miradas de desprecio por parte de la esposa. Como Silvia Pinal, solo me faltó decirles “acompáñenme a ver esta triste historia” ¿creen que ellas necesitan que las enseñemos a vender queso? ¡no! ellas necesitan motivación, subir su autoestima...creo que hasta me puse de pié. “Ok, se autoriza el curso de maquillaje” fue todo lo que escuché de aquella junta. Inmediatamente agendamos los cursos, eran alrededor de 150 promotoras. Les enseñamos técnicas de maquillaje para el día y la noche, les pedimos que llevaran sus cosméticos; Usted no se puede imaginar lo que las mujeres felices somos capaces de hacer. Recuerdo muy bien la siguiente junta “¿Qué les hiciste? ¡subieron las ventas!, andaban con una actitud que no habíamos visto nunca”. Hoy las empresas nos estamos dando cuenta de la importancia de la buena actitud ¡perdemos clientes por la mala actitud de nuestros colaboradores! Muchas veces dedicamos los esfuerzos de marketing hacia afuera, pero no volteamos a ver que pasa en casa; créame de nada sirve tener un stock asegurado, una maravillosa publicidad, los mejores precios, si la persona que tenemos en atención a clientes tiene cara de que está chupando un limón. Establezca métodos de comunicación interna, escuche a su gente, ofrezca capacitación ¡vamos! dese cuenta que hoy en día las empresas tenemos que dar un salario emocional. Recuerde que un empleado feliz ¡es más productivo! * La autora es estratega de marketing, directora de Adirektiva, miembro de la Asociación Mexicana de Mujeres Empresarias.
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