Termómetro mental
Se vale no disfrutar la Navidad. Son diversas las razones que alguien puede tener para no compartir con la mayoría la alegría de un día tan importante. Desde un duelo por la pérdida de un ser querido o enfermedad en uno mismo o uno de los nuestros. Un tropezón amoroso. Crisis económica. Puede ser un asunto familiar, una incomodidad entre dos miembros de la familia puede amargar la cena. Para algunos la simple exposición al resto de la familia resulta difícil. Hablar de los logros y fracasos suele ser complicado, no a todos les está yendo bien. Los excesos pueden incomodar, uno frecuente es el alcohol. Alguien borracho puede meter mucho ruido a la convivencia. La invitación a beber suele hacer que a gente que suele no beber se le pasen las copas esta noche, ni qué decir de los bebedores. Hay personas con pobre tolerancia a la convivencia, que puede desesperarle hasta el ruido de los niños, en otras puede ser tan selectivo que con tal de no encontrarse con algún familiar prefiere no llegar. Es una ocasión en donde se reúne la familia extendida, personajes que no suelen convivir, pero tienen lazos en común, se encuentran. Desconocidos en una reunión donde hay que tratarse familiarmente. Desaparecieron las tarjetas de Navidad y ahora somos bombardeados por felicitaciones virtuales e imágenes de la cena, interminables. Para algunos la música navideña es una inevitable tortura, se oye hasta en la sopa. Las compras de última hora con filas gigantes, ni qué se diga intentar cruzar a comprar algo al otro lado. El tránsito vehicular pesado y ebrio. El consumismo se ostenta con ver quién pone más foquitos en su casa. Sorprende ver casas humildes muy iluminadas, tienen que haber invertido mucho. Si visitas comes, 24 horas de atracón social. El árbol, símbolo de poder o de pobreza, estética anglosajona, tropicalizada. Ver cómo agoniza un árbol que frecuentemente acaba contaminando como basura. Ahora la Navidad empieza desde 24 días antes, llegamos saturados. Muchos presentan depresión estacional, esa que manifiestan quienes son frágiles biológicamente a los días grises. La depresión en Navidad es más frecuente que otros días, la presión social a estar feliz es una lápida para el que está imposibilitado de gozar. El típico: “Si me quieres pásala con nosotros”. Esta lista, lejos de amargar, pretende generar compasión y armonía con quienes no están disfrutando la Navidad. Comprenderlos, amarlos y respetarlos es el mejor gesto navideño para este amplio sector de la población. Finalmente, están millones en extrema pobreza, ni siquiera pueden plantearse estos dilemas ya que no hay con qué y cómo celebrar, la caridad alivia, la justicia social debe hacer desaparecer la Navidad en extrema pobreza, este es mi deseo del día. * El autor es siquiatra y ejerce en Tijuana.
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