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Diálogo empresarial

El gobierno entrante recibirá el 1 de diciembre un país que aún frente una serie de adversidades inéditas en nuestra historia, mantiene una economía estable y un crecimiento sostenido. De ahí la importancia de tomar decisiones responsables e inteligentes en materia de finanzas públicas. El nuevo gabinete tendrá la ventaja de trabajar en un país que pese a sus inocultables problemas, mantiene la solidez y la estabilidad financiera necesarias para poder emprender un programa de gobierno con metas a mediano y largo plazo Cierto, tenemos un grave problema de seguridad pública en muchas entidades del país y los casos de corrupción siguen siendo moneda corriente en los tres órdenes de gobierno y en administraciones emanadas de todos los partidos, pero la realidad es que México no es un estado fallido ni está en bancarrota, como han planteado algunas voces críticas. El ruido generado por la polarización política, ha dado como resultado la falsa percepción de un desastre, pero si hacemos un análisis frío, la conclusión es que el gobierno entrante puede trabajar con la tranquilidad de contar con finanzas públicas sanas. Nuestra economía ha sido capaz de mantener la estabilidad aun frente a los choques externos. El país ha sostenido un crecimiento económico moderado pero constante, gracias en gran medida a la solidez macroeconómica y las decisiones responsables en materia de política fiscal y de gasto público. Las finanzas exhiben una mayor estabilidad gracias a los esfuerzos de consolidación fiscal. No obstante el repunte inflacionario, la oportuna intervención del Banco de México ha logrado evitar que se desborde. El mercado laboral muestra una mejoría con una franca tendencia hacia la formalización del empleo, mientras que el desempleo está llegando a mínimos históricos. La industria se mantiene pujante, hay un crecimiento significativo de la inversión extranjera y el turismo se ha multiplicado. El comercio y los servicios muestran dinamismo y aún frente al lastre que significa la delincuencia en algunas zonas del país, la actividad económica no se ha paralizado. Si ello no fuera suficiente, el gobierno entrante trabajará con la tranquilidad de que el acuerdo trilateral comercial con Estados Unidos y Canadá está aprobado y negociado en condiciones favorables. De ahí la importancia de no perder la disciplina y la responsabilidad financiera. Hace no mucho tiempo, el cambio de sexenio era sinónimo de pánico en los mercados, pero hoy el nuevo gobierno federal puede empezar a trabajar sabiendo que en lo económico navega en aguas tranquilas. Es ahí donde podemos dimensionar la trascendencia de garantizar la plena autonomía del Banco de México, la conducción de una política fiscal ajena a los golpes y vaivenes políticos y la aprobación de un presupuesto equitativo, diseñado para el futuro mediano y no para inmediato. Un manejo responsable de las finanzas públicas es estrictamente necesario para que nuestra sociedad comercial con Estados Unidos y Canadá pueda seguir navegando viento en popa por los próximos cinco años y para que los mercados internacionales consideren a México como un lugar apto y seguro para invertir. Es el equivalente a cuando tenemos dinero ahorrado en nuestra casa o negocio después de años de esfuerzos. A veces se puede caer en la tentación de romper la alcancía y gastar todo en algo que provocará una engañosa sensación de bienestar inmediato, pero el presupuesto y el gasto deben siempre ser planeados con la mira en el largo plazo y no en el efecto instantáneo. Pensar en nuestros hijos antes que en nosotros. * El autor es presidente del Consejo Coordinador Empresarial Tijuana.

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