Diálogo empresarial
Tijuana se ha acostumbrado a preocuparse por la seguridad en una mayor intensidad que a ocuparse de ella. Hay múltiples razones que dan origen a esta separación, entre ellas, la falta de pertenencia, identidad, zona geográfica pasando por deficiente preparación de los cuerpos de seguridad y de justicia independientemente de las jurisdicciones y las atribuciones de cada autoridad. Debemos preguntarnos, por qué no nos ocupamos más, de la seguridad, ¿que nos lo impide y que nos detiene?, hace algunos años el principal problema se entendía de origen político. Un sistema de justicia anquilosado solo daba margen de maniobra a la retórica y el disfraz operativo. Hoy podemos precisar que como noveles egresados de la Universidad, el nuevo sistema de justicia penal nos tiene atorados por así decirlo, en coyunturas operativas que aún no dominamos pero también en agendas que no terminan de diseñarse. En un acto desesperado, algunos funcionarios le echan la culpa al sistema; un excelente escape frente a un auditorio ciudadano que no comprende de reformas ni leyes. Policías que no terminan de entender de protocolos y administradores de justicia que se agazapan en el temor para no tomar decisiones que protejan a la victima. Las consecuencias, impunidad y revictimización, porque en el fondo es lo que sucede. La mala implementación e interpretación del nuevo sistema penal y no el sistema en sí, provoca que delincuentes sigan aterrorizando a ciudadanos ya no con delitos de alto impacto, sino con robos a plena luz del día y prácticas de extorsión que a cualquier hora y desde cualquier teléfono se reciben, causando el pánico en muchas familias. Por otra parte estamos los ciudadanos, los de día a día, los que en comercios, en el trabajo, en la calle y en la escuela, no contribuimos con una mayor cohesión social, con una mayor solidaridad que salga mas allá del teclado de nuestro móvil con el cual expresamos gestos de piedad y despotricamos contra delincuentes y policías por igual. Tan peligroso es el acto de omisión e indiferencia ante hechos delictivos en nuestra comunidad como el divulgar actos delictivos falsos que solo generan paranoia. Es tan peligroso dejar a un lesionado en la vía publica sin atención como utilizar las líneas de emergencia y ayuda para jugar bromas o engañar a la autoridad. Y en ese vaivén de acusaciones nos pasa la justicia frente a nuestros ojos, unos no denunciamos otros no atendemos. Por ello es menester preguntarnos ¿cuál es la verdad sobre la seguridad pública? y ¿cómo podemos atender esta agenda?, considerando que, seguiremos siendo una ciudad dinámica y cambiante, seguiremos manteniendo las mismas características geográficas, económicas y de tránsito. Como en todas las actividades y empresas debe haber prioridades, debe haber asuntos relevantes que no deben omitirse, y como en todo trabajo serio y trascendente, está lo importante sobre lo urgente. Autoridad y comunidad tenemos una agenda que aún no atendemos ni en importancia ni en urgencia. Y esa es la verdad de la seguridad pública. El autor es presidente de Canaco-Servitur Tijuana.
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