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Diálogo empresarial

“Hay una fuerza motriz más poderosa que el vapor, la electricidad y la energía atómica: La voluntad”. Albert Einstein A pesar de que cuando se aprobó la Reforma Energética, en diciembre de 2013, se habló de que habría grandes beneficios a todos los sectores de la sociedad, estos no han llegado, por lo menos al sector industrial que somos parte importante del sector empresarial y el principal empleador en la iniciativa privada. Efectivamente, al aprobarse la reforma energética, hubo el compromiso gubernamental de que el costo de la electricidad y los combustibles bajarían, sin embargo, a casi cuatro años esto no ha ocurrido y salvo el espejismo de los recibos de luz doméstico que no han sufrido incremento, todos los hidrocarburos y la energía eléctrica presentan alzas considerables, que al final repercuten en el alza de precios de los bienes y servicios que consumimos todos. Para darnos una idea de lo anterior, basta revisar los precios de los principales energéticos, los cuales han presentado incrementos constantes. Según datos publicados por Excélsior, con cifras de la Comisión Reguladora de Energía (CRE), en los primeros 10 meses del año, el incremento del gas LP ha sido de un 60.8%, la gasolina arrancó 2017 con un 43 por ciento más respecto a los precios vigentes a finales de 2016 y en lo que va del año han continuado las alzas. En el caso de la electricidad, la CFE ha reportado que a tasa anual la tarifa para industria y comercio varió 53%. Aunado a lo anterior, el Índice Nacional de Precios al Consumidor reportado por Inegi arroja una inflación anualizada para septiembre de este año de 6.37%, lo cual necesariamente tiene que repercutir en los precios de bienes y servicios que producimos en México y que evidentemente nos ponen en una franca desventaja con los productos que vienen del exterior. A pesar de que Pemex y la CFE hayan logrado después de la reforma energética, generar inversiones por el orden de los 80,000 millones de dólares, al adjudicar decenas de proyectos petroleros, así como la construcción de 52 nuevas centrales eléctricas limpias y la atracción de 26 empresas interesadas en entrar al mercado de gasolinas, los industriales mexicanos padecemos de incrementos generalizados de los principales insumos que nos sacan de competencia. México requiere de inversiones considerables en materia de infraestructura petrolera, pues la última refinería se construyó en 1979, sin olvidar que en 1991 se cerró la de Azcapotzalco, mientras que la demanda de gasolinas ha venido creciendo a tasa anual promedio de 3.4%, teniendo como resultado que al día de hoy, de acuerdo con información de la propia Pemex Transformación Industrial (antes Refinación), importemos el 62% de las gasolinas que se comercializan en el país. Por esto y mucho más, nos preguntamos ¿cuál ha sido el beneficio para los industriales mexicanos de la tan esperada reforma energética? El autor es presidente de Canacintra Tijuana.

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