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Pareceres

El pasado lunes 13 de marzo, tanto el presidente de la República, Enrique Peña Nieto, como el secretario de Educación, Aurelio Nuño, presentaron el, así denominado, Nuevo Modelo Educativo 2017. Durante la semana, tanto aduladores como especialistas en educación han expresado sus opiniones al respecto. Quiero compartir con el lector mi procedimiento de selección de argumentos que me permitan orientarme acerca de uno de los temas que nos ha ocupado desde diciembre de 2012 hasta la fecha: la reforma educativa. He revisado la opinión de algunos especialistas, quienes conforman un amplio espectro de acercamientos que permiten orientar a la opinión pública. Ésta sólo se puede construir a partir de la “expertiz” o del dominio de una especialidad. De allí que he revisado el blog de internet “Educación Futura” (http://www.educacionfutura.org), sitio donde se hace periodismo sobre política educativa a partir de las colaboraciones de académicos; y recoge voces de docentes. Me he centrado en lo escrito por Pedro Flores, Manuel Navarro Weckmann, Claudia Santizo, Roberto Rodríguez, Alberto Sebastián Barragán, Manuel Gil Antón, Abelardo Carro Nava. Y una vez más, constato que tanto la reforma educativa, como práctica del ejercicio del poder impositivo no consensuado, así como los distintos documentos de la SEP presentados desde diciembre de 2012 a la fecha, son susceptibles de ser analizados desde diferentes aspectos como la política pública o el análisis curricular, el lingüístico, el análisis político del discurso o histórico. Pero, ¿qué es lo que sobresale en estas opiniones? Por una parte, se puede recuperar un análisis somero sobre el evento de presentación del Nuevo Modelo Educativo; el cual, en sí mismo es un discurso no lingüístico en el que operan jerga, simbolismos, ritos; usos y costumbres demagógicas de la más añeja, anquilosada y prepotente cultura del priismo. Reconocimientos, agradecimientos, espaldarazos, adulación, dispendio de recursos, manipulación mediática, etc. Lo cual da materia para el análisis político de discurso: las condiciones de la enunciación: qué se dijo, dónde se dijo, quién lo dijo, cómo lo dijo, con qué propósito se dijo, y quiénes eran los interlocutores, los incluidos, pero también los excluidos. Otro aspecto en estas opiniones es la pregunta constante sobre ¿qué es lo novedoso en este nuevo modelo educativo? Aquí hay varios desarrollos desde lo histórico o desde lo curricular, los que se refieren a qué cambió respecto de la propuesta de reforma revisada en los foros de consulta organizados por la SEP en 2014, el modelo curricular del 20 de julio de 2016 analizado por especialistas y de manera improvisada por los profesores de educación básica en agosto y siempre de 2016. O, respecto a la reforma a la Reforma Integral de Educación Básica (RIEB) del 2011. O, lo planteado en la “revolución educativa” de Jesús Reyes Heroles, secretario de educación de Miguel de la Madrid en 1982-1988. Otro más, el relativo a los vacíos, por ejemplo, el centrarse en la “calidad” educativa e ignorar el gran problema del rezago histórico, que lleva directo al problema de no alcanzar los objetivos de aprendizaje, y cómo los maestros deben atenderlos sin descuidar el avance y cumplimiento del programa. Otro vacío, es el que nace de ignorar los estados del conocimiento sobre la educación realizados por el Consejo Mexicano de Investigación Educativa de 1992 a 2011. O, la exclusión del normalismo rural, al cual no sólo se le ha condenado a la extinción, sino que ha sido atravesado por el asesinado y desaparición de los jóvenes de Ayotzinapa. Y, sobre todo, el Nuevo Modelo Educativo 2017 fue nuevamente elaborado con la exclusión de uno de los protagonistas indispensables de los procesos de enseñanza-aprendizaje: los maestros, quienes durante el sexenio peñista han sido objeto de desprecio, difamación, criminalización, represión, y pérdida de derechos laborales. De allí que, como dice Abelardo Carro Nava, ¿por qué no se deja hablar a los maestros? En fin, el Nuevo Modelo Educativo nos lleva a constatar otra vez, que la educación sigue siendo un campo de guerra, en donde el gobierno de Peña Nieto sólo ha sembrado discordia, desvirtuado el espíritu del artículo tercero constitucional en lo relativo al derecho a la educación, ha despojado a los trabajadores de sus derechos laborales, y anulado la dignidad de la profesión docente. Ahora, es materia de jugoso negocio de promoción electoral para los priistas que aspiran a “la grande”. El escenario ya lo han montado. ¿Con qué técnicas, el equipo de Peña Nieto está dispuesto a sostenerlo? * La autora es Doctora en Ciencias, con especialidad en Investigaciones Educativas y Académica-investigadora de la Ibero Tijuana.

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