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Satiricosas

En este año en que se celebran los 70 años de relaciones diplomáticas entre México y Suiza, aparece la primera biografía en castellano de Gertrude Duby Blom, con el precioso título “Rostros y Rastros de una Leyenda”. Trudi, es el diminutivo de Gertrude o Gertrudis, con el que conocieron sus cientos de amigos y colaboradores de todas las nacionalidades a una suiza, naturalizada en 1963 mexicana (o mejor dicho lacandona). En realidad fue una ciudadana del mundo encargada de alertar al planeta y a sus tercos habitantes contra muchos horrores y criminales locuras como el nazismo de Hitler, el fascismo de Mussolini y de Franco, pero más allá de la política -léase del odio endiablado entre grupos humanos- lo que Trudi hizo en México fue luchar contra el inmenso peligro que significa empezar a destruir el planeta explotando a la naturaleza a ultranza en exclusivo beneficio del bolsillo de los que mandan en el mundo y para los cuales lo único que realmente importa es Su Poder y Su dinero. Hoy se llaman estos “El Nuevo Orden Mundial”. Durante su larga vida (Suiza 1901, México 1993) cientos de personas compartieron con ella su sueño de salvar a la humanidad de la autodestrucción, es decir de la destrucción del planeta que hoy por desgracia es más que evidente. Trudi era una visionaria fuera de serie, muy adelantada a su tiempo. Socialista nata, se rebeló desde muy temprano contra lo que consideraba injusto. Su primer paso dentro de la rebeldía que la caracterizó de por vida, lo dio de niña contra su padre un pastor protestante de apellido Lörtscher, que sacó a la familia del pueblo montañés Wimmis en donde vivía y “no había luz eléctrica”_ relataría algún día a sus amigos lacandones_ para desempeñar un puesto en una ciudad. Trudi renunció al nombre paterno cuando después de un nuevo arresto por razones políticas en Florencia, el padre la desheredó. Se casó entonces con su amigo y vecino socialista como ella Kurt Duby y conservó su nombre siempre aun casándose en México con el amor de su vida, el explorador y arqueólogo danés Frans Blom. La feminista Trudi es mundialmente conocida por los apellidos de dos maridos. Un libro que abre un destino Pero si su gran lucha socio política contra Hitler, Mussolini y Franco se dio en Europa, su gran lucha ecológica la libró en México en defensa de la selva lacandona de Chiapas, desde que conoció a los últimos descendientes directos de los mayas hasta su muerte, desde 1943 hasta 1993. Una lucha feroz de 50 años. Como millones, Trudi tuvo que salir de Europa y una vez que el gobierno suizo la liberó de un campo de concentración en Francia, la emprendió hacia Estados Unidos en un barco donde encontró un libro del antropólogo francés Jacques Soustelle sobre la vida de los indios Lacandones en su jungla y comprendió de inmediato que su destino no estaba en Nueva York -recabando fondos para los refugiados- sino en México ayudando a la población autóctona. En diciembre de 1940, con una visa del presidente Lázaro Cárdenas, se instaló en la ciudad de México. Pero tuvo que esperar unos años para encontrarse con Chiapas, un marido y un formidable destino. Con Franz Blom se casó en 1950 y crearon juntos “NA BOLOM” La casa del jaguar (en tzotzil), un especial centro de estudios de la civilización maya a la que acudirían miles de personas en los años por venir para ayudar a Trudi en su empresa de salvar la Selva Lacandona. Sería también un hogar -o mejor dicho un bastión y un museo- de los lacandones y hasta la fecha famoso en el mundo. Na Bolom consta de un acerbo cultural muy importante entre otros renglones, las 60 mil fotografías que tomó la propia Trudi y que por cierto hoy comercializa en el mundo a altos precios la asociación Na Bolom -danesa, porque, recordemos, Frans Blom era originario de Dinamarca, aunque también logró la nacionalidad mexicana casi a punto de morir. Kyra Nuñez En un volumen, de 430 páginas patrocinado por los diversos “conacultas” nacionales y locales, así como por el gobierno de Chiapas, estupendamente editado por uno de los múltiples sellos modernos de Ana Lilia Cepeda (INK), leerán, queridos lectores capítulos intrincados, coloridos, divertidos, muy informados, únicos de la historia de este país protagonizada por dos tipos de extranjeros: Los primeros pobladores lacandones quienes como la inmensa mayoría de poblaciones autóctonas del mundo han sido despojadas de sus territorios y sobreviven en ellos como “estorbosos” extraños y la gente que ha ido de México mismo y de otros países a luchar por ellos al lado de Trudi, a enterarse de su vida y de su cultura y se han apasionado por sus causas. No podía haber nadie mejor que Kyra Nuñez, chiapaneca nacida en Tuxtla Gutiérrez, licenciada en periodismo y comunicación colectiva por la UNAM , cum laudae, y le siguen un montón de títulos más obtenidos en el mundo porque ha radicado en diversos países en calidad de esposa del diplomático sueco Johnsson (como Trudi con un marido vikingo), para investigar y escribir esta parte casi desconocida y magnífica de la historia de ese Chiapas tan especial para México. La autora de esta excelente biografía ilustrada, además de otras versiones anteriores más reducidas publicadas en Europa (en inglés y francés), Kyra Núñez le enseña a la actual generación de mediocres historiadores nacionales que no salen de sus mismos temas de siempre y de su estilo pomposo, que transmiten apenas camuflada la aburrida y dañina historia oficial, lo que es realmente capturar y plasmar la Historia, con todo el color, el sabor, la veracidad, las raíces y los alcances futuros de los acontecimientos, sin miedo además a revelar actuaciones que dejan en estado de encueramiento lastimoso a funcionarios mexicanos, mucho menos patriotas desde luego que aquella global “jardinera” suiza- mexicana Trudi Duby Blom, que recibió el premio de la ONU como “La Primera Ecologista de las Américas”, que le sacó en 1972 al presidente Echeverría un decreto en favor de los lacandones de protección ¡y de posesión de sus tierras! por desgracia con “agujeros”, cláusulas mal intencionadas, como la posibilidad de vender esas tierras por cualquier cosa para seguir talando los bosques, a empresarios voraces, que invalidaron en realidad el tratado en favor de los sinvergüenzas governícolas de siempre que siguieron destruyendo la selva como condenados para hacerse millonarios. ¿Y cual fue peor? Al parecer no hay que hablar en pasado. Trudi se enfrentó sin ambages con todos los presidentes mexicanos desde 1943 hasta 1993 y con todos los gobernadores de Chiapas, pero sobre todo con los peores, los amigos de los presidentes y los hipócritas funcionarios (o no) al servicio de los poderosos, a los que por su anonimato no se les puede ni señalar. Y llegamos así al mayor problema de este país en ecología y en cualquier otro campo: la impunidad. Felicidades, Kyra Núñez, por rescatar tan interesante biografía, pero también por la fuerte concientización implícita. * La autora es analista política

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