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Punto Norte

El Papa Francisco: “Hoy están aquí diversas organizaciones de trabajadores y representantes de cámaras y gremios empresariales. A primera vista podrían considerarse como antagonistas, pero los une la misma responsabilidad: Buscar generar espacios de trabajo digno y verdaderamente útil para la sociedad y especialmente para los jóvenes de esta tierra.” “Uno de los flagelos más grandes a los que se ven expuestos los jóvenes, es la falta de oportunidades de estudio y de trabajo sostenible y redituable que les permita proyectarse, y esto genera en tantos casos, tantos casos, situaciones de pobreza y marginación. Y esta pobreza y marginación es el mejor caldo de cultivo para que caigan en el círculo del narcotráfico y de la violencia. Es un lujo que hoy no nos podemos dar; no se puede dejar solo y abandonado el presente y el futuro de México.” “Todos tenemos que luchar para que el trabajo sea una instancia de humanización y de futuro; que sea un espacio para construir sociedad y ciudadanía”. La doctrina social de la Iglesia Católica no la inventó el Papa Francisco. Es producto de una tradición de varios siglos que detonó con la “Rerum Novarum”, hace más de cien años, cuando León XIII se atrevió a cuestionar las debilidades y falacias de los sistemas antagónicos, el capitalismo salvaje y el comunismo utópico. En su carta encíclica “Centésimus Annus”, el Papa Juan Pablo II decía, en 1991, que en la “Rerum Novarum” el Pontífice se inspiraba, además de las enseñanzas de sus predecesores, en muchos documentos episcopales, en estudios científicos promovidos por seglares, en la acción de movimientos y asociaciones católicas, así como en las realizaciones concretas en el campo social, que caracterizaron la vida de la Iglesia en la segunda mitad del siglo XIX. Así fue conformándose la Doctrina Social de la Iglesia, criticada por los socialistas por no tener dientes, y por lo que hace a muchos empresarios, no se toman la molestia de estudiarla y comentarla; apenas balbucean que es una utopía, que ellos no son beneficencia. Benedicto XVI conminaba hace poco a los empresarios, que la utilidad y la productividad no sean el objetivo primario de la actividad empresarial. Esto significa no contentarse con los mínimos éticos, sino estar dispuesto a dar y trabajar por el bien común, buscando una recompensa moral más que material. La mirada debe estar enfocada en el ser humano. Así, detrás de cada cliente no se ve sólo a un consumidor que genera utilidad, sino a una persona con necesidades por satisfacer. El trabajador no se ve como un medio, sino como un fin en sí mismo. Una empresa que se plantea así será exitosa, más rentable y más sostenible en el largo plazo. En esta época tortuosa de dificultades económicas, de imprecisión financiera, de desilusión ciudadana en sus gobernantes… En fin, de deterioro del tejido social, nos haría bien volver a estudiar con detalle y reflexionar en la Doctrina Social, que constituye un referente ineludible para cualquier analista de la moral política, que de buena fe y con objetividad tome lo positivo de una tradición y sus consecuentes posturas, vengan de donde vengan. Refilón: ¿Por qué la dirigencia del PAN no quiere a Jaime Díaz? Anda molesto Modesto: No se las perdona Secretaría de la Función Pública: La corrupción se combate con champán y caviar. * El autor es periodista y columnista local, comentarista editorial.

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