Punto Norte
Así como Donald Trump es el “antiestablishment” de los republicanos, Bernard Sanders lo es de los demócratas. El senador independiente por Vermont se ha convertido en todo un acontecimiento, en las elecciones primarias de los Estados Unidos. Bernie se ha autoproclamado socialista, en un país donde esa confesión es uno de los peores pecados para la derecha norteamericana, pues lo asocian con el comunismo. Pero el socialismo de Sanders no tiene nada que ver con la nacionalización de los medios de producción. Bernie es un socialdemócrata, un progresista, cuyas propuestas (populistas y poco reales, para algunos), seducen a jóvenes y viejos. El discurso de Sanders es bienvenido por un electorado enfadado y por los sectores precarizados, que se sienten traicionados y abandonados por los políticos convencionales. Sus propuestas son tierra fértil entre una clase media golpeada por la crisis económica del 2008. Ante la desigualdad creciente, y la concentración de la riqueza en una minoría privilegiada, Wall Street y el establishment se han convertido en el centro de sus ataques. Sanders ha sabido aprovechar el descontento por la falta de medidas de los órganos del Gobierno, del Congreso federal y de los tribunales, para emprender propuestas que enfrenten el desempleo, el deterioro de la seguridad social, la falta de atención a la salud, el encarecimiento de la enseñanza superior, el endeudamiento causado por los incesantes incrementos del costo de los estudios y los temores de amplios sectores de la población acerca de sus condiciones de vida futuras. En sus alocuciones, el senador crítica la violencia armada imperante en la sociedad norteamericana; las manifestaciones de racismo e intolerancia religiosa; la desigualdad, la discriminación sexual y las “exenciones fiscales, que benefician a los de siempre”. Sus propuestas son muy atractivas para la clase media y trabajadora, pues propone universidades públicas gratuitas, un salario mínimo de 15 dólares, el servicio de salud universal y eliminar la influencia del dinero en la política. Sanders utiliza un lenguaje inusual para un candidato a la presidencia del país capitalista por antonomasia: Habla de revolución política, de la oligarquía, de la clase social, de una economía fraudulenta que funciona sólo para los poderosos, y de los “obscenos niveles que ha alcanzado la desigualdad salarial en el país, durante los últimos años”. En materia de inmigración, Sanders es el más progresista de los aspirantes a la Casa Blanca, pues apoya la regularización de los indocumentados y da prioridad a la reunificación de las familias divididas por las políticas migratorias de los Estados Unidos. Trump y Sanders son dos políticos antípodas, que rompen con los moldes de la política norteamericana. Ambos dan soluciones fáciles a problemas complejos. Los dos tienen posibilidades de llegar a la Casa Blanca. En el caso de Trump, después de un presidente negro llegaría a la Presidencia un partidario de la supremacía blanca. En el caso de Bernie, arribaría a la oficina oval un presidente “socialista” o de izquierda, a gobernar un país capitalista. Refilón: La equidad de género provoca sudor y lágrimas… Rueda: No habrá más presupuesto para el Instituto Estatal Electoral, mientras los consejeros no se bajen el sueldo… “Dijo mi mamá que siempre no”: Gustavo Sánchez reculó: Ni pidió licencia ni renunció, tal como lo anunció el domingo pasado. *El autor es columnista y periodista local, comentarista editorial.
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