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La vida en la Tierra podría tener un origen diferente

Científicos en Estados Unidos planteraron un nuevo modelo sobre el origen de la vida en la Tierra a partir de la formación de Ácido Ribonucleico (ARN) en vidrio de lava de basalto.

Todavía hay un amplio debate en torno a si el Ácido Ribonucleico (ARN), que está presente en algunos virus como el SARS-CoV-2 y muchos otros, antecedió al Ácido Desoxirribonucleico (ADN), del cual están compuestos todos los seres vivos, incluyendo a los más sencillos.

El ARN, al contrario que el ADN, está formado por una única cadena. Mientras que a este último lo forman dos cadenas en forma de escalera.

Las unidades fundamentales de estas cadenas son los nucleótidos, cuyos productos químicos transmiten la información genética en las células. De ahí viene su importancia en los procesos de la vida tanto de las moléculas de ADN como de ARN.

Lla doctora en Biología, María Capa, investigadora del departamento de Biología de la Universitat de les Illes Balares en España, y autora de un artículo publicado recientemente en el periódico El País, “es probable que los primeros organismos contaran con algunas moléculas que facilitaran la unión de los nucleótidos y replicación del ADN o el ARN”.

También dice que “resolver la incógnita de si surgió primero el ADN o el ARN ha sido de interés científico desde el descubrimiento de estas moléculas”

Entrar en este debate en torno a qué fue primero, si el ADN o el ARN, un trabajo de investigación publicado recientemente en la revista Astrobiology, apunta a que el Ácido Ribonucleico (ARN) se formó espontáneamente en vidrio de lava de basalto. Ello quiere decir que –partiendo de este nuevo modelo– el ARN llegó antes que el ADN.

El vidrio de lava de basalto estuvo presente de forma abundante en la Tierra hace unos 4 mil 300 millones de años cuando la actividad volcánica en la tierra era mucho más constante que la de hoy. Del mismo modo, este tipo de vidrio de lava todavía sobrevive en la superficie de Marte. Por lo que el ARN podría no solamente estar presente en la Tierra sino también en otros planetas.

El nuevo trabajo estuvo lidereado por la doctora Elisa Biondi de la Foundation for Applied Molecular Evolution de Estados Unidos quien, junto con su equipo, demostró que las moléculas de ARN largas –de unos 100 a 200 nucleótidos de longitud– se forman cuando los nucleósidos trifosfatos se filtran a por el vidrio basáltico.

Los nucleósidos trifosfatos son los precursores del ADN y ARN, sirven como una fuente de energía para que se den muchas de las reacciones celulares.

De acuerdo con declaraciones al portal de internet Phys.Org, Stephen Mojzsis, connotado Científico de la Tierra y quien además participó en este importante trabajo, “durante varios cientos de millones de años después de la formación de la Luna, tanto los impactos frecuentes [de meteoritos] como el abundante vulcanismo que había en aquella Tierra joven, formaron lava basáltica fundida, que es la fuente del vidrio basáltico. Los impactos también evaporaron el agua para formar tierra seca, proporcionando acuíferos donde podría haberse formado ARN”.

El basalto es un tipo de roca ígnea que se porduce cuando el magma producido por los volcanes se enfría y se vuelve sólido. No solo se encuentra en la superficie y en los fondos de los océanos de la Tierra, sino también está presente en Marte y la Luna.

La investigación de Elisa Biondi y sus colegas podría probar además la hipótesis de que el ARN se creó a partir de pequeñas moléculas orgánicas que es muy probable que estuviesen presentes en aquella Tierra primitiva, indica Aristegui Noticias.

En cuanto a lo que pasó en Marte cuando éste se creó, nuestro mundo vecino está formado por los mismos minerales como por los mismos cristales basálticos que existen en la Tierra. Solo que en el planeta rojo no hay movimiento de los continentes.

Estos movimientos tectónicos, y esta deriva continental, produjeron que fueran enterradas la mayoría de las rocas de la Tierra que existieron hace más de 4 mil millones de años. En Marte, en cambio, estas rocas siguen presentes en la superficie.

Navarro González, quien inauguró el campo de la astrobiología en México, decidió dedicar gran parte de su vida al estudio de los planetas y su relación con la presencia de organismos vivos en ellos. Llegó a la conclusión de que la presencia de vida puede ubicarse hasta en los lugares más recónditos e inhóspitos.

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