Una nueva mirada al interior del Popocatépetl revela cómo se mueve el magma bajo uno de los volcanes más vigilados de México, ubicado a menos de 100 kilómetros de zonas donde viven 25 millones de personas

MÉXICO.- Dentro de un volcán activo, nada permanece inmóvil. Rocas, magma, gases y acuíferos se desplazan de forma constante y generan señales sísmicas que, analizadas con suficiente detalle, permiten asomarse a lo que ocurre bajo la superficie. Eso es lo que por primera vez lograron científicos en el Popocatépetl, uno de los volcanes más activos del país, de acuerdo con información de la Associated Press (AP).

Un volcán crítico para millones de personas

El Popocatépetl se encuentra rodeado por una de las zonas más densamente pobladas de México. En un radio de 100 kilómetros viven alrededor de 25 millones de personas, incluidos habitantes de la capital del país, además de escuelas, hospitales y al menos cinco aeropuertos que podrían verse afectados por una erupción.

Pese a esa cercanía, durante años no se contaba con imágenes claras de su estructura interna. Las primeras aproximaciones, realizadas hace más de una década, ofrecían resultados contradictorios y una resolución insuficiente para entender cómo está construido el edificio volcánico y dónde se acumula el magma, explicó el investigador Giovanni Calò.

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Más sismógrafos para entender el origen del riesgo

Para mejorar el análisis, el equipo científico amplió la red de sismógrafos de 12 a 22, cubriendo todo el perímetro del volcán. Aunque con pocos instrumentos es posible detectar una emergencia, se requiere una red más densa para comprender por qué ocurre, un punto clave para la prevención.

Estos aparatos registran hasta 100 vibraciones del suelo por segundo, generando enormes volúmenes de datos. Parte de ese procesamiento estuvo a cargo de Karina Bernal, estudiante de doctorado, quien adaptó algoritmos desarrollados para otros volcanes mediante técnicas de inteligencia artificial.

“Le enseñé a la máquina los distintos tipos de temblores que hay en el Popo y con esto pudimos construir catálogos de las señales sísmicas”, explicó.

Una estructura distinta a la que enseñan en la escuela

Con el análisis de esas señales, los científicos comenzaron a inferir qué tipo de material existe en cada zona, en qué estado se encuentra y a qué profundidad y temperatura, hasta poder representarlo gráficamente.

El resultado rompe con la imagen clásica del volcán, que suele mostrarse como una chimenea conectada a una sola cámara de magma. La tomografía sísmica tridimensional, que alcanza hasta 18 kilómetros por debajo del cráter, revela varias bolsas de magma a diferentes profundidades, separadas por zonas de roca o material más sólido, especialmente hacia el sureste del volcán.

Un gigante activo desde hace siglos

El Popocatépetl adquirió su forma actual hace más de 20 mil años y permanece activo desde 1994, con fumarolas y explosiones casi diarias de gas o ceniza. Cuando esa actividad se detiene, puede estarse formando un domo que obstruye la chimenea y que eventualmente colapsa, provocando una erupción. La más reciente ocurrió en 2023.

Calò, investigador siciliano de 46 años, se refiere al volcán como “majestuoso” y recuerda episodios históricos que dan cuenta de su poder, como el entierro de la antigua localidad de Tetimpa bajo cenizas o la erupción provocada a inicios del siglo XX por la extracción de azufre con dinamita.

Estudiar el volcán desde dentro y desde la montaña

Más allá de los datos, el proyecto implicó ascensos físicos al volcán. El equipo instaló campamentos por encima de los 3,800 metros de altura, cruzó lahares —lenguas secas de ceniza y piedra— y revisó estaciones sismográficas enterradas para evitar robos.

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Desde esos puntos, el paisaje permite observar volcanes como el Pico de Orizaba, La Malinche y el Iztaccíhuatl. De noche, el Popocatépetl se manifiesta con retumbos, vibraciones y el resplandor anaranjado del cráter.

Karina Rodríguez, estudiante de maestría e integrante del equipo, relata cómo la ceniza puede caer como lluvia durante exhalaciones fuertes y cómo cada ascenso permite comprender mejor al volcán, más allá de las gráficas.

Un laboratorio natural para la prevención

Para Calò, conocer el volcán de cerca permite entender los límites de los datos y los retos logísticos de obtenerlos.

“Aquí tenemos un laboratorio natural muy importante para poder dar a la población información detallada y confiable sobre lo que está pasando dentro del volcán”, afirmó.

El estudio ha aportado certezas clave, pero también abrió nuevas preguntas, como por qué los sismos son más abundantes en la zona sureste, donde se concentra mayor cantidad de magma, y qué implicaciones tiene eso para futuras erupciones.

Ciencia que impulsa nuevas preguntas

Esta fue la última expedición antes de que los resultados se publiquen formalmente. Ver la imagen del volcán en 3D moverse en la computadora dio sentido a años de trabajo de campo y análisis.

Rodríguez lo resume así:

“Es lo que te anima a empezar otro proyecto y seguir subiendo”.