El rescate imposible: la misión exprés para salvar al telescopio Swift
Una startup, un cohete lanzado desde un avión y una carrera de ocho meses buscan evitar que uno de los observatorios más valiosos de la NASA caiga sin control.

El Observatorio Neil Gehrels Swift, una de las herramientas más importantes de la NASA para investigar los fenómenos más energéticos del cosmos, enfrenta una caída progresiva de su órbita después de casi 20 años en servicio. Su altitud, originalmente de 600 kilómetros, se ha reducido a unos 400, lo que pone en riesgo su operatividad y aumenta las posibilidades de una reentrada descontrolada. Sin embargo, el plan para rescatarlo es tan sorprendente como su problema: involucra a una empresa privada recién llegada al sector, un sistema de lanzamiento completamente inusual y una carrera a contrarreloj para evitar perder una pieza científica que aún tiene mucho por ofrecer.

- Un rescate en manos de una startup: Por primera vez, la NASA ha delegado una misión de este tipo en una empresa privada. La elegida es Katalyst Space Technologies, una joven startup con sede en Arizona, que recibió un contrato de 30 millones de dólares para diseñar, construir y lanzar la nave encargada del rescate. La misión no solo intenta salvar a Swift, sino demostrar un nuevo modelo de colaboración entre agencias espaciales y compañías emergentes. En lugar de depender de grandes contratistas tradicionales, la NASA apuesta por soluciones más rápidas, flexibles y tecnológicamente creativas. La nave desarrollada por la empresa, bautizada como LINK, será enviada al espacio específicamente para este rescate, marcando un punto de inflexión en cómo se podrán atender en el futuro a otros satélites en riesgo. Si tiene éxito, abriría la puerta a una nueva industria, la del mantenimiento espacial privado.
- Un cohete lanzado desde un avión: El rescate se realizará con el cohete Pegasus, un sistema único que no despega desde tierra, sino desde un avión que vuela a 12,000 metros de altitud. Tras ser liberado, el cohete cae unos segundos en caída libre antes de encender sus motores y dirigirse al espacio. Esta elección no es estética ni experimental, es la única manera realista de llegar a la órbita exacta de Swift sin encarecer la misión. El telescopio opera en una inclinación orbital inusual (20.6 grados) diseñada para evitar la peligrosa Anomalía del Atlántico Sur, una región de mayor radiación que puede dañar instrumentos sensibles. Lanzar desde tierra requeriría enormes correcciones orbitales y más combustible, lo que volvería la misión imprácticamente costosa. Pegasus permite llegar directo, más rápido y por una fracción del esfuerzo, convirtiéndose en la herramienta clave para este rescate sin precedentes.
- Capturar un telescopio que no estaba diseñado para ser tocado: El mayor desafío está aún por delante, es que Swift no fue construido para recibir mantenimiento. No tiene puertos de acoplamiento, brazos de sujeción, ni la estructura típica que hace posible que otra nave se adhiera a él en órbita. Para resolverlo, la nave LINK utilizará un mecanismo robótico cuidadosamente diseñado para sujetarse a unas bridas metálicas que originalmente solo servían para transportar el telescopio en tierra antes de su lanzamiento. Es una estrategia quirúrgica en el espacio, en la que los ingenieros deberán utilizar un punto de agarre improvisado para asegurar la nave, adherirse sin causar daños y tomar control de la orientación del observatorio. Una vez acoplada, la nave actuará como propulsor externo para elevar de nuevo la órbita de Swift, otorgándole varios años más de vida útil. Es una maniobra de altísima precisión que jamás se ha intentado con un satélite estadounidense en estas condiciones.
- Una carrera contra el reloj que puede cambiar la historia: El tiempo es el enemigo. Katalyst tiene menos de ocho meses para completar el desarrollo, lanzamiento, acoplamiento y reimpulso, con fecha límite en junio de 2026. De no conseguirlo, Swift enfrentaría un 50% de probabilidad de reingresar sin control antes de mediados de 2026 y un 90% para finales de ese mismo año. Perderlo sería un golpe significativo para la investigación de explosiones de rayos gamma, agujeros negros, supernovas y estrellas de neutrones, áreas en las que el telescopio ha sido referente mundial durante casi dos décadas. Si la misión funciona, no solo podría extender su vida hasta 20 años más, sino también inaugurar un nuevo paradigma: misiones rápidas de rescate espacial, realizadas por compañías privadas con costos más bajos y mayor flexibilidad. Sería una demostración clara de que los satélites no tienen por qué morir cuando se quedan sin combustible o comienzan a caer, podrían ser reparados en órbita como si fueran maquinaria sobre la Tierra.
La misión para salvar a Swift es un experimento audaz que pone a prueba una nueva forma de trabajar en el espacio: más rápida, más colaborativa y más cercana al mantenimiento activo que al desecho inevitable. Si logra su objetivo, el rescate no solo habrá salvado un telescopio, sino también abierto una puerta histórica a un futuro donde los activos orbitales puedan ser reparados rutinariamente.
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Con información de NASA, Kazinform International News Agency, The Indian Express y Business Today.
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