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Descubren en una cueva de México, heces de hace 1,300 años que revelan infecciones intestinales

Recientemente, un grupo de investigadores analizó heces humanas de hace aproximadamente 1,300 años utilizando tecnología forense.

Existen innumerables hallazgos que, al ser analizados por científicos o arqueólogos, ofrecen información valiosa para reconstruir la historia de la humanidad. Ya sea mediante el estudio del ADN de animales antiguos o el análisis de objetos prehispánicos, cada descubrimiento aporta nuevas piezas al pasado de nuestra especie.

Recientemente, un grupo de investigadores analizó heces humanas de hace aproximadamente 1,300 años utilizando tecnología forense. Los resultados revelaron que las infecciones intestinales eran comunes hace más de un milenio.

Estas muestras fueron encontradas dentro de fragmentos de cerámica en el interior de la Cueva de los Muertos Chiquitos, ubicada en el Valle del Río Zape, en el actual estado de Durango, México. Los fragmentos datan de entre los siglos VIII y X, y gracias a ellos las heces se conservaron en excelente estado.

En el análisis realizado por expertos, se descubrió que los antiguos habitantes de esta región sufrían múltiples infecciones intestinales provocadas por bacterias, parásitos y protozoos. No se trataba de uno o dos casos aislados, sino de un patrón generalizado en la población, lo que indica problemas crónicos de salubridad y transmisión de enfermedades.

El estudio fue publicado en la revista científica PLOS One, donde se explica que las muestras fueron analizadas mediante métodos de detección molecular altamente sensibles, como la reacción en cadena de la polimerasa (PCR).

Según un artículo de la revista Muy Interesante, entre los microorganismos detectados destacan el Blastocystis spp., un protozoo intestinal que aún hoy es común en humanos, y varias cepas de Escherichia coli, incluyendo variantes patógenas capaces de causar diarreas severas.

También se encontraron restos genéticos de Shigella, causante de la disentería, y de Giardia spp., un protozoo que provoca giardiasis. Sin embargo, el hallazgo más llamativo fue la presencia de Enterobius vermicularis, conocido como lombriz intestinal u “oxiuros”, detectado en seis de las diez muestras.

Si bien ya se conocía la existencia de algunos de estos parásitos en contextos prehispánicos mediante observaciones microscópicas, esta es la primera vez que se detectan usando técnicas moleculares de alta precisión. De hecho, algunas de las especies identificadas nunca habían sido registradas en paleoheces.

El análisis del ADN extraído de los excrementos no solo permitió identificar parásitos, sino que también se combinó con estudios previos de restos vegetales, huellas dentales en fibras masticadas y residuos alimenticios. Esto ayudó a determinar que la dieta de los antiguos habitantes incluía agave y otros vegetales ricos en fibra, lo cual además favoreció la conservación de los coprolitos.

Asimismo, se confirmó que las muestras pertenecían a individuos distintos y a momentos diferentes dentro del rango cronológico estimado, lo que refuerza la hipótesis de que las infecciones intestinales eran parte de un problema estructural y persistente.

Aunque solo una de las diez muestras analizadas dio positivo para ADN mitocondrial humano, la presencia de oxiuros en la mayoría de ellas fue un indicador suficiente para confirmar su origen humano.

Por último, este estudio demuestra la importancia de la paleoparasitología como herramienta para identificar no solo enfermedades antiguas, sino también restos humanos en contextos donde los huesos no siempre se conservan.

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