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El día que Steve Jobs regaló un Jaguar a su secretaria porque su auto no arrancaba

No todos tienen la suerte de que llegar tarde al trabajo se convierta en el inicio de una historia legendaria como la que vivió la secretaria de Steve Jobs.

¿Te han reprendido por llegar tarde al trabajo? A la mayoría nos ha pasado alguna vez: un contratiempo, tráfico, un desperfecto mecánico... y la consiguiente mirada severa del jefe. Pero no todos tienen la suerte de que ese retraso se convierta en el inicio de una historia legendaria como la que vivió la secretaria de Steve Jobs.

Conocido por su carácter fuerte y su enfoque implacable hacia la excelencia, Steve Jobs no era precisamente indulgente con la impuntualidad. De hecho, era famoso por comenzar reuniones sin esperar a quienes llegaban tarde. Sin embargo, incluso una figura tan estricta como él era capaz de sorprender con gestos fuera de lo común.

Un día, la secretaria de Jobs llegó tarde porque su coche se negó a encender. Muchos jefes habrían optado por una advertencia formal. Jobs, en cambio, eligió una ruta inesperada. En lugar de molestarse, decidió asegurarse de que el problema no se repitiera… entregándole las llaves de un Jaguar nuevo.

“Para que no llegues tarde otra vez”

Ron Givens, exdirector de calidad en Apple, compartió esta historia en una entrevista con Wral News. Según relató, Jobs simplemente entró a la oficina de su secretaria, dejó caer las llaves sobre su escritorio y le dijo: “Aquí tienes. No llegues tarde otra vez”. El vehículo: un Jaguar recién salido del concesionario.

Este tipo de reacciones sorprendentes eran parte de su estilo. Jobs era capaz de pasar de una actitud dura y exigente a una generosidad desbordante, dependiendo del momento, la persona y la circunstancia, indica Xataka. Andy Hertzfeld, uno de los ingenieros del equipo original de Macintosh, alguna vez lo describió como una figura intensamente impredecible: alguien que podía despedirte por una respuesta equivocada… o regalarte un auto de lujo si creía que lo merecías.

Un jefe impredecible, un estándar inquebrantable

Detrás del gesto estaba una filosofía clara: nada debía interponerse entre su equipo y su productividad. Para Jobs, el tiempo era un recurso sagrado. Si una herramienta fallaba —incluso si esa herramienta era el auto de su secretaria—, él estaba dispuesto a reemplazarla al instante, sin escatimar.

Más allá del auto, la anécdota subraya la forma en que Jobs concebía el liderazgo: exigente, obsesionado con la perfección, pero también dispuesto a invertir en su gente si eso garantizaba resultados. En lugar de preguntar “¿Por qué llegaste tarde?”, prefería ir directo al punto: “¿Cómo evitamos que vuelva a pasar?”.

Esta historia, que mezcla disciplina, sorpresa y un toque de extravagancia, deja claro que trabajar con Steve Jobs no era para cualquiera… pero tampoco era aburrido. Y aunque la mayoría de nosotros no recibiremos un Jaguar por llegar tarde, sí podemos quedarnos con la lección: en algunos lugares, dar lo mejor puede abrirte las puertas a lo impensable.

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