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Por qué tejer es el mejor ejercicio para la mente: supera caminar y escribir a mano

El movimiento rítmico y deliberado de las manos activa mecanismos neurológicos similares a los que se desencadenan durante la meditación o la atención plena.

Vivimos inmersos en un entorno hiperestimulado, donde las tareas se acumulan y la mente rara vez encuentra un respiro. En este contexto, desconectarse por un momento y permitir que el cerebro se relaje no solo es deseable, sino necesario. Una forma eficaz —y quizás subestimada— de hacerlo es a través de pasatiempos que combinan creatividad, destreza manual y concentración.

Investigadores de la Universidad de Cardiff, en el Reino Unido, han puesto el foco en dos actividades tradicionales que, sorprendentemente, ofrecen notables beneficios para la salud mental: tejer y coser. Más allá de ser oficios antiguos, estas prácticas ayudan a liberar tensiones acumuladas tras un día exigente, mientras fortalecen funciones cognitivas como la atención y la memoria.

Tejer: más que un entretenimiento, una gimnasia mental

Aunque caminar o hacer ejercicio suave suelen ser las recomendaciones clásicas para reducir el estrés, estudios recientes publicados en el Journal of Occupational Science sugieren que tejer y coser pueden ofrecer beneficios comparables. Estas tareas, que requieren precisión y paciencia, obligan al cerebro a enfocarse en un solo estímulo a la vez, reduciendo la sobrecarga de información típica de la vida digital.

El movimiento rítmico y deliberado de las manos activa mecanismos neurológicos similares a los que se desencadenan durante la meditación o la atención plena. Este tipo de concentración profunda promueve la producción de neurotransmisores relacionados con el bienestar, como la serotonina y la dopamina.

Pequeñas tareas, grandes efectos en el bienestar

Acciones tan sencillas como ensartar una aguja o seguir un patrón de tejido no solo entrenan la motricidad fina, sino que también estimulan regiones cerebrales implicadas en la planificación, la coordinación y la creatividad. Actividades manuales como estas se alinean con los hallazgos de otra investigación llevada a cabo por la Universidad de Florida, donde incluso lavar platos, cuando se hace con atención plena, incrementa la capacidad de pensamiento abstracto y reduce significativamente el estrés.

Lejos de ser una pérdida de tiempo, estas prácticas permiten que la mente entre en un estado casi meditativo, facilitando el descanso mental y, a menudo, la aparición de nuevas ideas.

Entre hilos y agujas: un camino hacia la calma interior

Además del alivio emocional que proporcionan, tejer y coser fomentan la autoestima. Diseñar una prenda, elegir los colores, planificar el proyecto y ver el resultado terminado genera una satisfacción personal difícil de igualar, indica Xataka. Este sentido de logro tiene un efecto positivo en la percepción de uno mismo y en la gestión emocional.

Y si a eso le sumamos que aprender estas habilidades permite arreglar o transformar ropa, reducir el consumo y contribuir al cuidado del medio ambiente, el valor de este pasatiempo se multiplica. Lo que alguna vez se consideró una ocupación reservada para generaciones mayores, hoy se revela como una herramienta poderosa para afrontar el estrés moderno con aguja, hilo y creatividad.

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