Crecimiento de la inteligencia artificial dispara el aumento de residuos electrónicos en todo el mundo
El desarrollo imparable de la inteligencia artificial (IA) está transformando industrias, economías y formas de vida.

El desarrollo imparable de la inteligencia artificial (IA) está transformando industrias, economías y formas de vida. Sin embargo, tras este avance tecnológico se esconde un impacto ambiental poco visibilizado: la generación masiva de residuos electrónicos y la dificultad de recuperar los materiales valiosos que contienen.
Además del gran consumo energético y de agua necesario para operar centros de datos, la IA depende de chips de procesamiento de alto rendimiento —como las GPU—, imprescindibles para entrenar modelos generativos capaces de crear contenido a partir de datos. Esta creciente demanda tecnológica ha acelerado el ritmo de obsolescencia de los chips, cuyo ciclo de vida rara vez supera los cinco años.
“Estos componentes se desechan con rapidez, muchas veces incluso antes de cumplir su vida útil”, advierte Ana Valdivia, experta en políticas de IA en la Universidad de Oxford. Según explica, el impacto ambiental de esta tendencia ha sido “prácticamente invisibilizado” en el discurso público y político.
El reciclaje de estos dispositivos es escaso. No solo resulta costoso, sino que muchas empresas lo consideran económicamente inviable. Como resultado, gran parte de estos residuos terminan incinerados —liberando sustancias tóxicas— o abandonados en vertederos.
Un informe reciente de la Universidad de las Naciones Unidas (UNU) reveló que en 2022 se generaron 62 millones de toneladas de desechos electrónicos a nivel global. Solo el 22 % fue recogido y reciclado. La producción de estos residuos crece cinco veces más rápido que su tratamiento, y si no se toman medidas urgentes, podría aumentar más de un 30 % de aquí a 2030.
Metales estratégicos bajo amenaza
La pérdida de estos residuos representa también un desperdicio de recursos estratégicos. “Los dispositivos electrónicos contienen metales valiosos como oro, plata, cobre, paladio, níquel o estaño”, explica Félix Antonio López, investigador del CSIC. En un contexto global marcado por la competencia geopolítica por recursos críticos, el reciclaje electrónico se perfila como una vía esencial para reducir la dependencia de importaciones.
La Unión Europea está intentando aumentar su autonomía en este campo a través del estudio de nuevos yacimientos y del impulso a políticas de economía circular. Sin embargo, López insiste en que sin una legislación firme que obligue al reciclaje de estos materiales, será difícil revertir la dependencia exterior.
En este marco, el CSIC ha puesto en marcha una planta piloto pionera en Europa dedicada a recuperar metales a partir de desechos electrónicos, como parte del proyecto RC-Metals. Este centro servirá también como plataforma para investigar nuevas técnicas de recuperación adaptadas a la chatarra electrónica moderna, que incluye materiales como tierras raras no presentes en generaciones anteriores de aparatos.
Economía circular y reciclaje industrial
Empresas como Movilex ya están apostando por este modelo. Con operaciones en España, Portugal y América Latina, Movilex gestiona residuos electrónicos desde su recolección y descontaminación hasta la extracción de metales y otros materiales reutilizables. “Alcanzamos niveles de reciclabilidad de hasta el 99 % en ciertos aparatos”, afirma Luis García-Torremocha, CEO de la compañía. También destaca que refinar metales recuperados es parte esencial de su estrategia.
No obstante, García-Torremocha reconoce que todavía queda camino por recorrer, especialmente en el ámbito normativo. Aumentar las tasas de reciclaje, dice, no solo protegería el medio ambiente, sino que generaría empleo y valor económico.
Una pausa necesaria
Más allá de mejorar la gestión de residuos, Valdivia plantea una reflexión más profunda: repensar el modelo de crecimiento de la IA. Propone alargar deliberadamente la vida útil de los chips, que empresas como Nvidia diseñan cada vez más sofisticados pero de uso efímero. Asimismo, llama a frenar el crecimiento desenfrenado de los centros de datos y la integración acrítica de IA en todos los ámbitos de la vida cotidiana, indica EFE.
“Necesitamos detenernos y reflexionar colectivamente sobre qué tipo de tecnología queremos impulsar”, concluye. Según la investigadora, abordar la inteligencia artificial desde una perspectiva crítica y ambientalmente responsable es una tarea urgente para garantizar un futuro tecnológico sostenible.
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