Antigua nave espacial soviética podría impactar en México tras décadas orbitando la Tierra
En los primeros meses de 1972, la entonces Unión Soviética —hoy Federación Rusa— lanzó una misión con destino a Venus: la sonda Cosmos 482.

En los primeros meses de 1972, la entonces Unión Soviética —hoy Federación Rusa— lanzó una misión con destino a Venus: la sonda Cosmos 482. Sin embargo, lo que debía ser una ambiciosa exploración interplanetaria terminó como un satélite errante en órbita terrestre, debido a una falla en su vehículo de lanzamiento. Más de cinco décadas después, esa reliquia espacial se encuentra en ruta hacia un reingreso descontrolado a la atmósfera terrestre.
El seguimiento del objeto ha sido realizado por Marco Langbroek, un especialista en vigilancia de satélites, quien ha monitoreado durante años los fragmentos remanentes del fallido intento soviético. Según sus cálculos, la cápsula podría reingresar entre el 9 y el 10 de mayo de 2025, con una trayectoria incierta que incluye como posible zona de impacto el territorio mexicano.
La anomalía se originó cuando la etapa superior del cohete Molniya 8K78 se apagó antes de tiempo, dejando a la sonda atrapada en órbita terrestre. Aunque la mayoría del equipo asociado a la misión terminó cayendo en las décadas siguientes, la cápsula de descenso principal —una esfera de titanio de aproximadamente un metro de diámetro y 500 kilogramos de peso— ha resistido el paso del tiempo y sigue dando vueltas alrededor del planeta.
Diseñada para sobrevivir al denso y hostil entorno atmosférico de Venus, esta cápsula posee una estructura extremadamente resistente y un escudo térmico pensado para soportar temperaturas intensas. Esa misma robustez podría permitirle superar el calor del reingreso terrestre, lo que la convierte en una rareza dentro del mundo de los satélites abandonados.
La Cosmos 482 es una nave gemela de la Venera 8, que logró posarse en Venus en julio de 1972 y transmitió datos durante poco más de 50 minutos antes de sucumbir ante las brutales condiciones del planeta. La cápsula ahora en descenso representa el lado fallido de esa campaña de exploración.
Una caída incierta y potencialmente peligrosa
La ubicación exacta del impacto es imposible de predecir con certeza. Variables como el nivel de actividad solar pueden alterar la densidad de la atmósfera, acelerando o retrasando el reingreso. Las estimaciones actuales sitúan la franja de posible caída entre los 51.7 grados de latitud norte y sur, lo que abarca gran parte del continente americano, desde Canadá hasta el extremo sur de Sudamérica. Por ello, México se encuentra dentro de las áreas de posible afectación, aunque la probabilidad más alta sigue siendo que los restos terminen en el océano, dado que cubre la mayor parte del planeta.
El astrofísico Jonathan McDowell, del Centro Harvard-Smithsonian, ha comentado que lo más seguro sería que el escudo térmico fallara, provocando la desintegración completa del artefacto en su descenso. Pero si el módulo sobrevive, podría golpear la Tierra con una velocidad cercana a los 242 km/h, liberando una energía similar a la de un pequeño meteorito, indica Xataka.
Aún persisten incógnitas sobre el estado interno del dispositivo. Langbroek plantea la posibilidad de que el paracaídas original aún esté integrado, aunque fue diseñado específicamente para las condiciones atmosféricas de Venus, por lo que su activación en la Tierra es altamente improbable. Después de más de medio siglo en el espacio, y con los sistemas electrónicos inoperantes, no se espera que ningún mecanismo de frenado funcione.
En el remoto caso de que sobreviva al reingreso y mantenga su estructura, el impacto podría representar un riesgo localizado, aunque comparable al de la caída de un meteorito de tamaño medio.
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