Longevidad: Factores ambientales claves y cómo cambiarlos para vivir más
La creencia popular dice que si nuestros abuelos y bisabuelos alcanzaron edades avanzadas, nosotros también lo haremos.

La creencia popular dice que si nuestros abuelos y bisabuelos alcanzaron edades avanzadas, nosotros también lo haremos. Sin embargo, la ciencia desafía esta suposición y sugiere que el entorno en el que vivimos tiene un papel más decisivo en nuestra longevidad que nuestros genes.
Un nuevo estudio, una sorpresa inesperada
Investigadores han analizado qué influye más en el envejecimiento y el riesgo de muerte temprana. Los hallazgos son llamativos: la genética parece jugar un papel mucho menor de lo que se pensaba. Solo un 2% de la variabilidad en la esperanza de vida se atribuye a factores hereditarios, mientras que el impacto de los hábitos y el contexto ambiental asciende al 17%.
¿Qué significa esto? Que nuestra calidad de vida, nuestra alimentación, el acceso a la sanidad y otros factores como el nivel socioeconómico y el ejercicio físico tienen un peso significativamente mayor en nuestra salud y longevidad que la información codificada en nuestro ADN.
Modificar el destino
“Nuestro estudio demuestra que muchos de los factores que determinan la longevidad pueden modificarse”, explica Cornelia van Duijn, coautora de la investigación. Esto sugiere que políticas públicas enfocadas en mejorar las condiciones de vida, reducir el tabaquismo y fomentar la actividad física podrían tener un impacto real en la esperanza de vida de la población.
No todos los problemas de salud responden igual a la genética y el entorno. Mientras que enfermedades cardiovasculares y pulmonares parecen depender en gran medida de nuestros hábitos y el ambiente, dolencias como algunos tipos de cáncer o la demencia presentan una mayor influencia genética, indica Xataka.
Un estudio de gran alcance
Para llegar a estas conclusiones, el equipo se basó en los datos de UK Biobank, un recurso de información médica y genética de casi 500.000 personas. Se examinaron 164 factores distintos para analizar su impacto en el envejecimiento y la mortalidad.
Además, los investigadores aplicaron un innovador “reloj biológico” basado en proteínas presentes en la sangre, lo que les permitió medir el envejecimiento de manera más precisa.
Los resultados del estudio, publicados en Nature Medicine, ofrecen un mapa detallado para orientar futuras estrategias de salud pública.
Claves para el futuro
Austin Argentieri, líder del equipo de investigación, destaca que estos hallazgos pueden ayudar a diseñar mejores intervenciones de salud pública. En lugar de centrarse únicamente en factores genéticos, los esfuerzos deberían dirigirse a mejorar el contexto social y los hábitos de vida de la población.
La solidez del estudio ha sido resaltada por expertos como Manuel Collado, investigador del CNB-CSIC en el CiMUS de la Universidad de Santiago de Compostela, quien señala que no solo cuenta con una muestra extensa, sino que sus resultados han sido corroborados en diferentes regiones geográficas, indica Xataka.
En conclusión, no llevamos la longevidad en la sangre: la construimos día a día con nuestras elecciones y el entorno en el que vivimos.
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