Seti: Cómo se busca vida extraterrestre en frecuencias previamente inexploradas

CALIFORNIA.-La búsqueda de vida más allá de la Tierra ha sido un desafío científico formidable.

A pesar de la inmensidad aparentemente ilimitada del universo, la distancia entre las estrellas complica la tarea, haciendo que encontrar vida extraterrestre sea como buscar una aguja en un pajar cósmico.

El proyecto SETI (Search for Extraterrestrial Intelligence) se dedica a encontrar vida extraterrestre mediante la búsqueda de señales inusuales, conocidas como tecnofirmas.

Estas señales no solo indicarían la existencia de vida, sino que apuntarían específicamente a la presencia de vida inteligente que utiliza tecnología avanzada.

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A pesar de 60 años de búsqueda, hasta ahora los resultados han sido infructuosos.

Sin embargo, un nuevo enfoque ha explorado frecuencias previamente no investigadas.

SETI asume que las civilizaciones extraterrestres podrían depender de la tecnología de manera similar a los humanos, lo que hace que las ondas de radio sean un punto de partida lógico.

Las investigaciones anteriores se centraron en frecuencias por encima de 600 MHz, ignorando frecuencias más bajas.

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El proyecto utilizó el Low Frequency Array (Lofar), el telescopio de baja frecuencia más sensible del mundo, para explorar este rango por primera vez.

“Sin detectar signos de vida extraterrestre”

Aunque solo se utilizaron dos estaciones, el método de "rechazo de coincidencias" ayudó a filtrar señales terrestres, aunque no se encontraron signos de vida inteligente.

A pesar de los desafíos, el estudio sienta las bases para futuras investigaciones, con nuevas frecuencias y más observaciones planificadas.

Aunque no se han encontrado signos de vida aún, la metodología innovadora podría allanar el camino para descubrimientos futuros en los numerosos planetas similares a la Tierra que existen en el universo.

El camino hacia la detección de vida extraterrestre apenas comienza, y la esperanza de encontrar compañía en el cosmos sigue siendo un objetivo emocionante para la exploración futura.

Artículo original publicado en The Conversation