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¿Existe la fiebre de primavera?

Hay algo diferente en el aire. El sol brilla, las plantas empiezan a florear, los colores se perciben más vivos y las personas sonríen con mayor facilidad. La primavera ha comenzado.



Un artículo publicado en la revista Muy Interesante, indica que si sientes mayor energía, ganas de salir y tienes dificultad concentrándote en tus tareas cotidianas, quizá hayas contraído la fiebre de primavera.



A pesar de su nombre, la fiebre de primavera no es una enfermedad. Es el término para designar una serie de síntomas físicos y psicológicos asociados con la llegada de la primavera.



A grandes rasgos, estos incluyen un incremento de energía, vitalidad y apetito sexual. Suele ser particularmente notorio en las personas que sufren del trastorno afectivo estacional (TAE), experimentando serios cambios de humor durante el invierno, cuando escasea la luz solar.



De acuerdo con el Dr. Stanford Auerbach, de la Universidad de Boston, el brote de energía está ligado a una mayor exposición a la luz solar.



Al cambiar de estación, la retina (tejido sensible a la luz situado en la superficie interior del ojo) reacciona naturalmente a diferente iluminación solar. Esto a su vez provoca una serie de cambios hormonales que afectan la respuesta del cuerpo.



Durante el invierno, se agotan las reservas de serotonina, llamada la "hormona de la felicidad", pues su producción depende de la luz solar.



En cambio, los efectos de la "hormona del sueño", la melatonina, son especialmente notorios. Al llegar la primavera, el cuerpo reajusta sus niveles hormonales, liberando más endorfinas, testosterona y estrógeno, lo que se ve reflejado en los cambios de humor.



La temperatura también aumenta drásticamente durante la primavera. A mayor temperatura más disminuye la presión arterial, pues se expanden los vasos sanguíneos.



El cambio de alimentación también juega un papel importante, mientras que en invierno se tienden a consumir productos altos en calorías, grasas y carbohidratos, en la primavera el cuerpo requiere de más vitaminas y proteína.



La fiebre de primavera es tan sólo un ejemplo más de cómo nuestra vida diaria está gobernada por los patrones estacionales y nuestro ritmo circadiano.

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