Miguel Ángel Lino

Si usted ya conocía la palabra que da título a este artículo, tal vez sea porque usted es filólogo.

Mucho más que abundante, bastante o harto resulta ser un titipuchal sin tener que cuantificar.

Si alguna vez escribí algún artículo dedicado íntegramente a mi persona.

El golfo de Donald Trump (y aquí utilizo el adjetivo golfo como sinónimo de sinvergüenza).

Bien dice el refrán: “Renovarse o morir”. Pues eso es lo que periódicamente hace la Real Academia Española con su diccionario.

Si me ha leído sabrá -y si no, ahora se enterará- que soy desmenuzador de palabras y perseguidor de significados.

Aquí estoy haciendo una analogía de una muy delicada trombosis con el apellido de Donald Trump.

Morena y la desdichada Cuatro T, han alterado nuestra Constitución “a la malagueña” en forma por demás arbitraria y autoritaria.

Cuando un mexicano dice: “No te hagas rosca”, le está recriminando al que no quiere cooperar o participar en algo.

Así como existen las palabras: riquérrimas y paupérrimas para calificar en forma superlativa culta a quienes son extraordinariamente ricos o extremadamente pobres.

Conforme a la Real Academia Española, "La Palabra del Año" es dana elegidaentre algunas que para mí son tan desconocidas como extrañas, tales como inquiokupa y woke...

Conforme a la Real Academia Española, “La Palabra del Año” es dana elegida entre algunas que para mí son tan desconocidas como extrañas, tales como inquiokupa y woke...

No vaya a creer que me voy a soltar con una sarta de leperadas.

Sigo yéndome en contra de los padecimientos que causa el mal uso de la tecnología digital.

Sigo yéndome en contra de los padecimientos que causa el mal uso de la tecnología digital. La semana pasada le di a la celularitis y hoy le pego a la internetitis.