Epigmenio Ibarra

Aunque su única esperanza es que perdamos por completo la memoria y olvidemos así los crímenes perpetrados por el régimen neoliberal, a la derecha conservadora y a la oligarquía, no les ha quedado más remedio que ir a sacar del panteón nacional de la infamia a sus voceros.

Al finalizar la última ceremonia que encabezó Andrés Manuel López Obrador en el Colegio Militar y en la que Claudia Sheinbaum Pardo, ya como Presidenta electa habló ante miles de cadetes, tuve la oportunidad de entrevistarla.

Casi todas y todos los mexicanos, en algún momento de nuestras vidas, o hemos tenido o tendremos algún asunto con el Poder Judicial.

No volverá a escucharse el ominoso “ya supérenlo” con el que -el 4 de diciembre de 2014- el entonces presidente Enrique Peña Nieto, decidido a dar carpetazo al caso Ayotzinapa, trató de amainar la oleada de indignación que recorría la nación.

No hay crimen más atroz, porque no cesa y porque niega a las familias el sagrado derecho a sepultar a sus muertos y la posibilidad de superar algún día la pena, que la desaparición forzada.

Durante años anduve con mi cámara al hombro registrando conflictos armados y siguiéndole el paso a movimientos sociales en distintos países.

En los días más aciagos y sangrientos de la “guerra de los extraditables” cuando Pablo Escobar, con la consigna de que “mas vale una tumba aquí que una celda en los Estados Unidos” estremecía a Colombia con atentados dinamiteros, tuve una ocurrencia estúpida.

hipocresía y la mentira, como el odio y el miedo, suelen ir de la mano y suelen, las dos, ser las armas predilectas de gobernantes y políticos autoritarios y corruptos.

Amarga lección ha dado la vida a quienes cayeron víctimas de la estafa promovida por Javier Milei.

Justo después de la vergonzosa derrota sufrida en Vietnam en 1975, Richard Nixon declaró la guerra contra las drogas.

Tenía toda la razón Andrés Manuel López Obrador, quien habida cuenta de lo que ha sucedido en los últimos días debe estar feliz allá en la Chingada abrazando a sus árboles, cuando decía que Claudia Sheinbaum Pardo era lo mejor que le podía pasar a México.

Alemania, después de la primera guerra mundial, quedó hecha pedazos.

“Huracán sobre el azúcar” libro en el que narra el viaje qué, con Simone de Beauvoir, hizo a Cuba en febrero de 1960, Jean Paul Sartre sostiene citando a Ernesto Che Guevara, qué, la que recién había triunfado en la Isla, era “una revolución a contragolpe”.

Ya no hallan qué hacer ni qué decir.

Es tan peligroso amilanarse ante Donald Trump como subestimarlo.