Carlos Dumois

En el momento en que dejamos de luchar por mejorar, dejamos de crecer y, por tanto, empezamos a deteriorarnos, a decrecer, a valer menos.

Necesitamos aprender a zafarnos cuando el momento organizacional nos lo pide y la empresa esté lista para ello. Ni antes ni después.

No perdamos nuestra capacidad de pensar por cuenta propia.

No podemos descuidar cómo gestionamos en nuestras organizaciones las situaciones críticas.

La concentración y el abandono son la base de la priorización de objetivos, y la tarea fundamental de la dueñez.

La capacidad de consensuar y respetar acuerdos refleja la madurez de las familias empresarias.

La pregunta no es si puedes permitirte invertir en responsabilidad social. La pregunta es si puedes permitirte no hacerlo.

En general el legado emocional puede estar cargado de rasgos positivos o negativos.

La prisa por crecer puede llevarnos por direcciones ilógicas e insensatas.

¿Por qué la falta de integración limita tanto el desarrollo de nuestro liderazgo empresario?

Delegar la dirección de la empresa implica haber hecho relevantes tareas previas y asumir roles más potentes en el ámbito de la dueñez.

El legado no es estático. Las familias empresarias que lo entienden lo transmiten con esmero… y lo enriquecen

Los empresarios nos olvidamos fácilmente de nuestro rol de dueños. Ahora podemos aplicar de nuevas formas la metodología de la dueñez.

La manera como corresponde comunicarnos en las familias empresarias no puede ser similar a como lo suelen hacer todas las demás familias.

Elegir el camino de la armonía familiar ha de partir de bases realistas. La mayoría de las familias empresarias deciden no complicarse