Producen canales riqueza para Cajeme, pero arrebatan vidas
El exceso de confianza y la imprudencia de los conductores incrementan el riesgo de accidentes en estas vías trazadas para alimentar el Valle.

Segunda de dos partes
Apenas pasaban las 05:00 horas del sábado 25 de enero. Gabriel Rosario tripulaba su pick up rumbo a las pizcas en el Valle del Yaqui en un día distinto debido a la neblina que no dejaba ver ni a metro y medio.
El hombre de 47 años de edad iba acompañado por cinco trabajadores agrícolas cuando conducía a la altura de la calle 1500 por el camino de terracería que corre paralelo al Canal Bajo. Tal vez por la confianza y el conocimiento del camino, el hombre no midió el riesgo.
En segundos, las seis personas estaban dentro del agua del Canal Bajo, que en estas fechas lleva un caudal más grande debido a que es temporada de riego del trigo. Cinco alcanzaron a salir del agua, pero Gabriel Rosario falleció ahogado.
Luego de cuatro días de trabajo por parte de elementos de Rescate Acuático del Departamento de Bomberos de Cajeme, el cuerpo del hombre fue encontrado a casi un kilómetro del sitio donde ocurrió el accidente. Así, se convirtió en la primera vida que cobran los canales en 2020.
"Todos los días iba de Villa Juárez al Campo 30, toda la vida trabajó en eso, él era el conductor, pero ya ve, desgraciadamente ya no está", comentó Rosa Hernández, esposa del jornalero fallecido, mientras el cuerpo de su marido era trasladado al Forense.
CONFIANZA QUE MATA
A Gabriel le ganó la confianza generada por el conocimiento que creía tener de estos caminos, misma que tienen muchos de quienes transitan por las vías de servicio de los canales de riego y por lo cual desestiman las medidas de precaución.
Francisco Mendoza Calderón, coordinador municipal de Protección Civil de Cajeme señala: "Desde el año 2016, cuando tuvimos 27 muertos, ha venido bajando el número, hasta el año 2019, que sólo tuvimos ocho, pero tenemos que seguir trabajando para disminuir este riesgo".
Con cerca de 3 mil 500 kilómetros de canales en las más de 230 mil hectáreas que abarca el Valle del Yaqui y con poblaciones rurales prácticamente en toda la zona, estos afluentes son un riesgo constante, pero no son peligrosos por sí mismos.
Las personas dejan el pavimento, agarran la terracería de los canales y siguen a la misma velocidad, cuando automáticamente la tienen que bajar y son caminos no aptos para transitar a altas velocidades", afirmó.
Aunque el Municipio tiene una campaña constante, desde hace años, para que las personas tomen medidas de precaución, expuso, el problema de los muertos por ahogamiento sigue, además de los que caen en vehículos, de quienes se meten a nadar en los canales.
UN MAL NECESARIO
Los canales de riego que abastecen el Valle del Yaqui podrían considerarse como un mal necesario, debido a que, si bien en los últimos 5 años cobraron 82 vidas, son las arterias que alimentan a la principal actividad productiva de la región: La agricultura.
Humberto Borbón Valencia, director general del Distrito de Riego del Río Yaqui (DRRY), explicó que se trata de una compleja instalación que está interconectada en una red de canales primarios, secundarios y de servicio, que se abastecen con agua de las presas y de pozos.
Es la infraestructura que se utiliza para la conducción del agua para atender las necesidades de riego de los cultivos que se establecen en la región", añadió, "estamos hablando de una superficie de riego de 220 mil hectáreas".
En esta zona, se establece una gama de cultivos tales como el trigo y el maíz, que son los que sobresalen, pero también hay frutales, cítricos, nogal, espárrago, mango, vid y aguacate, entre otros.
Por esas razones es que no se puede prescindir de ellos y lo que resta, dijo, es apostarle a que la gente tome las debidas precauciones: "Estamos hablando de infraestructura que está aledaña a canales, a drenes y de alguna manera hay condiciones de riesgo".
Un trabajo difícil y extenuante
Hace cinco años un joven cayó a las aguas del Canal Bajo a la altura de la colonia Villa Bonita, ubicada al Norte de Ciudad Obregón. La búsqueda de su cuerpo se extendió por cinco días hasta que el cuerpo flotó.
Para los 14 integrantes del Cuerpo de Rescate Acuático del Departamento de Bomberos de Cajeme, éste es un trabajo agotador y difícil, pues además del esfuerzo físico, deben enfrentar los traumas de encontrar los cuerpos desaparecidos, en especial si son niños.
Una experiencia que me marcó en lo personal fue haber encontrado un niño de 5 años, fue el primer niño que encontré, y eso te crea… no sé cómo explicarlo pero no puedes dormir, piensas en el niño, cómo pudo ser su vida", comentó Miguel Antonio Martínez Valdez, coordinador de los buzos.
Una vez que se levanta un reporte de una persona desaparecida en canales, explicó, acude el equipo, verifican la zona de la caída y realizan una búsqueda superficial por unos minutos. En el mismo tiempo se realiza sumersión.
Si no se tiene éxito el primer día, al segundo día emplean otros métodos de búsqueda debido a que seguramente el cuerpo ya fue arrastrado por la corriente, como subirse a una lancha de motor y arrastrar una cimbra atada a ganchos, cadenas o anzuelos.
"Es un trabajo muy desgastante para el buzo", consideró, "hay quienes tienen familia e hijos y dejan ese espacio para venir a prestar el servicio, hay gente (familiares de las víctimas) que nos han querido golpear, nos gritan, y es que están desesperados".
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