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“Me encomendé a Dios”: Maestra que sobrevive gracias a un trasplante

Marina Parra Moreno depositó toda su confianza en el médico que le trasplantó el hígado que necesitaba; ella fue su maestra de primaria.

“Me encomendé a Dios”: Maestra que sobrevive gracias a un trasplante

HERMOSILLO, Sonora.- Casi segura de que iba a morirse y después de un año de luchar contra la cirrosis hepática, Marina Parra Moreno se encomendó a Dios la noche del 31 de diciembre del 2021, le pidió que la dejara irse en paz y que cuidara a su familia, pero la vida tenía otros planes para ella.

Fue su ex alumno de primaria en Caborca, el doctor Ernesto Duarte Tagles, quien la apoyó en este proceso para salvar su vida.

El primero de enero Marina despertó en su cama, sintió la luz del sol golpear su rostro, y aunque seguía con dolor sintió esperanza, y se convenció de que iba a lograr vivir hasta recibir el trasplante de hígado que tanto había esperado.

En Año Nuevo yo pensé que me iba a morir, me dio bronquitis y duré 10 días sin salir; me faltaba sangre y como no podía ir a un hospital por el Covid no me podían poner , cuando yo requería por lo menos cuatro unidades al mes por mí tratamiento".

Aún así no dije nada, me fui a dormir con mi nieto, me encomendé a Dios y dije, que sea lo que Dios quiera, a ver si amanezco, pero yo le pedía mucho al Señor que si despertaba llegara la persona que me pudiese donar el órgano”, platicó.

Sorpresivamente, y después de pasar un año tres meses esperando un donador, el 17 de enero de este año recibió la llamada más esperada. Al otro lado del teléfono, y como si se tratara de un sueño Marina escuchó que le decía el doctor Duarte: “Tenemos un donador”.

La enfermedad

Debido al deterioro que sufrió su cuerpo por la enfermedad, apenas podía moverse, tenía el estómago inflamado, batallaba para comer, incluso para respirar, y sangraba por la boca debido a una gastritis hemorrágica. Aún así, ella no perdía la fe de que lograría superar los momentos difíciles, deseando vivir más tiempo para sus hijas y su padre.

Cuando sentía miedo le hablaba a su médico, a quien conocía desde que él era pequeño, pues le dio clases en sexto de primaria.

Cuando tenía miedo por la operación yo nomás pensaba en Ernesto (Duarte Tagles); estaba convencida de que no podía operarme otra persona que no fuese él”, afirmó, “ yo le decía: ‘Ernesto, cuando me operes haz de cuenta que estás operando a tu mamá, cuídame mucho’… y él me decía que así iba ser. Entonces entré con toda la confianza del mundo”.

El pasado 18 de enero del año en curso se realizó la operación, después de tres horas vieron cómo el nuevo hígado de Marina se adaptó a su cuerpo. Foto: Archivo ilustrativa

La operación

El pasado 18 de enero del año en curso cuando se realizó la operación a Marina. El proceso para lograrlo fue rápido, y un poco atropellado, admitió su médico tratante, el gastroenterólogo Ernesto Duarte Tagles.

Fue algo curioso, porque el donante fue una persona que digamos no era el donante ideal. Un donante ideal es de peso bajo, joven, sin ninguna comorbilidad, de tal manera que sus órganos están en perfectas condiciones y este no era el caso”, aceptó.

Afortunadamente todo salió muy bien… los astros se alinearon, por decirlo de alguna manera. De hecho, es el trasplante más corto que hemos tenido porque el tiempo en que extrajimos el órgano, lo implantamos en la maestra y empezó a funcionar, fue de dos horas 40 minutos”, destacó.

Antes de eso, cuando Tagles informó a la familia de Marina que había un posible donador, no recibió la respuesta que esperaba, pues el esposo de la hija que cuidaba a la paciente había salido positivo a Covid.

Eso complicaba mucho el cuadro, expuso, pues una persona positiva no puede ser trasplantada, y temía que todo se arruinara por ese motivo, pero las pruebas que se le hicieron fueron negativas.

A las 2:00 de la mañana, el médico, emocionado, informó al personal médico y administrativo del Hospital CIMA que habría un trasplante de hígado al día siguiente.

A las 12:00 horas del martes ya se encontraban todos en quirófano, y después de tres horas vieron cómo el nuevo hígado de Marina se adaptó a su cuerpo, y empezó a funcionar con normalidad.

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