Edición México
Suscríbete
Ed. México

El Imparcial / Sonora / notamigracion

La leyenda de la Casa de las Delicias sigue viva

Muchas son las leyendas que alberga el pueblo mágico de Álamos, mismas que han trascendido ciudades, estados y generaciones tras generaciones.

La Casa de las Delicias es una de esas leyendas que ha cobrado auge desde hace años, sobre todo entre la gente del pueblo y los extranjeros que acuden a conocer el lugar, quienes curiosos quieren conocer dónde se desarrolló esa trama telenovelesca que dejó la supuesta presencia de fantasmas en este sitio.

“La gente que viene a Álamos, siempre pregunta: ¿Dónde está el museo?, ¿dónde está el mirador?, ¿dónde está la Casa de María Félix? y ¿cuál es la Casa de las Delicias y el panteón?”, expresó Juan Vidal Castillo, historiador de Álamos.

La leyenda o historia de la vida real se remonta a principios de 1950 cuando unos recién casados acudieron a habitar la Quinta Las Delicias como regalo de bodas y al paso de los años deciden tener a su primer bebé, hecho que le cobró la vida a Beatriz.

La recién nacida fue llamada Beatriz al igual que su madre, creció rodeada por nanas y adquirió los conocimientos de cómo ser una esposa perfecta y otros atributos más que la llevaron a ser pedida en matrimonio al cumplir sus 21 años.

Juan Vidal Castillo, historiador de Álamos, relató que el padre de la prometida comenzó con los preparativos de la boda, lo que lo llevó a descuidar la administración y el cuidado de la casa, por lo que contrató a alguien que se encargara de eso.

“El padre de la novia cometió el error de contratar a un hombre afortunado con las mujeres y su hija estando pedida se convirtió en su amante, su lugar de encuentro para no ser descubiertos era el panteón donde al caer la tarde siempre se veían con el pretexto de ir a rezarle a la difunta”, expresó el historiador.

En el mínimo descuido, un empleado descubrió a los amantes y dio aviso al padre de la prometida, narró, quien rápidamente acudió a confirmar los hechos y a confesarles que el amor que se profesaban era imposible y no por las clases sociales o porque su heredera estuviese comprometida, sino porque eran medios hermanos.

“A los días el dueño de la casona murió, la gente decía que fueron los hijos los que lo envenenaron quizás en venganza, Luis y Beatriz siguieron con su relación a pesar de saber que eran hermanos y se seguían viendo en el panteón a la misma hora”, dijo.

Un día cualquiera Luis murió de imprevisto y Beatriz comenzó a perder la razón, tanta era su locura que compró un ajuar de novia y lo vestía todos los días en su visita al panteón.

“Pasó el tiempo y aquella mujer de belleza admirada por muchos perdió su lozanía, dicen que todavía en el 85 se le veía salir de su balcón hacia el panteón a su cita, la gente aseguraba que ella seguía saliendo de su cuarto en busca de su amado al caer el último rayo de Sol sobre la fuente frente a su balcón”.

Vidal Castillo aseguró que esta leyenda ha permanecido por años en la curiosidad de todos, ya que algunos visitantes y trabajadores en la casa han manifestado que sienten la presencia de alguien más y que al fotografiarse en ese lugar seres extraños salen en sus retratos.

“Hay gente que dice que sí es verdad esta historia, otras que no, la casa fue heredada a un mexicano y hasta el momento está en rehabilitación; quien la visita lo hace por fuera o en ocasiones el encargado da facilidades para entrar, a mí me tocó ver una foto con alguien fuera de lo normal que se nota como transparente, pero esos detalles pueden ser ilusiones captadas por la cámara o realmente la prueba de la leyenda”, consideró el historiador.

Después de la supuesta leyenda una norteamericana compró el predio ubicado frente al Panteón Viejo para ser remodelado y ocupado por ella, cuando sus trabajadores comenzaron a contarle las historias que esta albergaba decidió escribir un libro que llamó “Los Fantasmas de Álamos”.

Una vez construida la casa se convirtió en un museo lleno de lienzos europeos y muebles caros y estuvo abierto al público hasta su muerte.

En esta nota