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El Imparcial / Sonora / Historias de vida

Hija de migrantes sonorenses en EU vive “sueño americano”

Los padres de Kathleen son de Álamos, su mamá trabajó limpiando casas y su padre en la construcción.

SONORA.- La historia de Kathleen Armenta comienza desde antes de nacer. Con cuatro meses de embarazo su madre y su padre caminaron durante siete días en el desierto para llegar a Estados Unidos.

El camino hacia el sueño americano fue difícil, pero después de 22 años, Kathleen acaba de recibir su diploma como egresada del programa de Gobierno y Estudios Legales de Bodwoin College, en el estado de Maine.

Para la joven nacida en Tucson, Arizona, es importante recordar sus orígenes y la historia que hizo que su familia pudiera llegar a un nuevo país en busca de mejores oportunidades y a las que ella pudo acceder.

Sus padres, Manuela Vilches y Manuel Armenta, originarios de Álamos y Quiriego, Sonora, decidieron irse de “mojados” a Estados Unidos, contrataron a un coyote para que los cruzara por el desierto, pero en medio camino los abandonó.

Como un milagro y después de siete días caminando lograron llegar a Tucson donde pudieron establecerse y trabajar en la venta de empanadas, limpiando casas y en la construcción.

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Nace en EU

Kathleen estudió en Tucson y era quien ayudaba a sus padres a traducirles para poder realizar sus trabajos, siempre pendiente y cercana a ellos.

La vida estadounidense sin tener documentos fue muy difícil, yo me acuerdo que siempre nos levantábamos a las 05:00, yo siempre estaba pegada con ellos en trabajar, el poquito de inglés que estaba aprendiendo, traduciéndoles y defendiéndoles también de gente que no podía ver a gente mexicana como nosotros tratando de salir adelante”, comentó.

Mientras ella crecía y llegaba su hermano Johan, quien ahora tiene 18 años, pudo visitar a sus abuelos en el rancho La Tribuna, en Álamos, Sonora, y se interesó por la vida de campo y los visitaba cada que podía, pues sus padres sin documentos no podían salir de Estados Unidos.

Fue muy duro, mucho racismo, mucha discriminación de que nos llamaban mojados, nos gritaban, nos corrían de las casas, cuando iba con mi mamá a limpiar casas, el trato fue muy feo y de poca paga, este es el tipo de vida que mucha gente indocumentada vive al llegar a Estados Unidos”.

Interesada en estudiar

Kathleen siempre fue de buenas calificaciones y estuvo interesada en estudiar. Cuando tenía 12 años, ella y su madre fueron asaltadas en su hogar y debido a todo el proceso legal por el que pasaron se interesó en estudiar Leyes, para poder ayudar a personas migrantes a que accedieran a la justicia en aquel país.

Cuando pasó eso mi mamá y yo no sabíamos si hablarle a la Policía porque eran indocumentados, había ese temor. Quiero arreglar a gente que quiere ser ciudadanos y pueda vivir tranquilamente en este País que igual nos merecemos estar aquí”, destacó.

Debido a ese evento sus padres pudieron acceder a una visa que es para víctimas de actividades de crimen y lograron hacerse residentes.

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Estudia becada

Después de mucho esfuerzo y estudio logró obtener una beca completa en la universidad privada Bowdoin College, en el estado de Maine, en la costa Este cerca de Canadá para estudiar Gobierno y Estudios Legales. El año cuesta cerca de 70 mil dólares, pero obtuvo una beca del 100% que incluía hospedaje y traslado.

Al llegar a ese frío estado, proveniente del caluroso Arizona, el choque cultural fue mayor, se encontró con que la mayoría de la gente era blanca, de dinero y con más estudios que ella, por lo que su esfuerzo tuvo que ser aún mayor.

Era la única mexicana en mis clases, convivir con gente que venía de escuelas privadas, con mucho dinero, tenía que aprender otro tipo de lenguaje, porque decidí tomar clases de español pensando que sabía hablar y fui equivocada porque a veces los profesores no me entendían porque yo hablaba el español de rancho y el castellano no era algo que usaba mientras crecía”.

Después de unos años en Maine y mucho esfuerzo, donde incluso pensó en abandonar sus estudios para regresarse a Arizona, enfrentar la muerte de su abuelo, venir al funeral a Sonora y tener que regresar a Maine, Kathleen se graduó.

Sus padres y su hermano fueron a Brunswick, Maine, para poder ser testigos de su graduación y ahora espera inspirar a más jóvenes, que sin importar sus orígenes, las condiciones en las que se encuentren o estar en otro País, no son impedimento para demostrar lo que son capaces de hacer.

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