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Terminan los Juegos Mundiales Indígenas en Brasil

Terminan los Juegos Mundiales Indígenas en Brasil

Los primeros Juegos Mundiales Indígenas llegaron a su fin el sábado por la noche con una emocionante ceremonia que reunió a cerca de 2.000 participantes de más de dos decenas de países en un monumental espectáculo.



Nada parecido se había visto en Palmas, una población tostada por el sol en el corazón geográfico de Brasil, y la arena de 5.000 localidades estaba abarrotada más allá de su capacidad.



Con delegaciones de regiones tan distantes como Etiopía y Nueva Zelanda y dos decenas de indígenas de todo el Brasil, los juegos ofrecieron nueve frenéticos días de competencia en deportes tradicionales, danzas, cantos, intercambios comerciales y culturales y una dosis de política.



La próxima edición se llevará a cabo en Canadá en 2017.


Pese a la barrera del idioma, se intercambiaron consejos, relatos y accesorios tradicionales. Todos los presentes posaron en una cantidad incontable de selfies con otros.



"Esta es una revelación para nosotros", dijo Felicia Chischilly, indígena navajo de New Mexico que estaba entre los 19 delegados de Estados Unidos. "Es un congreso en el verdadero sentido de la palabra; una reunión de naciones".



La presidenta brasileña Dilma Rousseff fue la gran ausente en la ceremonia de clausura después de haber sido abucheada en el evento de apertura del 21 de octubre por manifestantes molestos sobre una propuesta de demarcación territorial que, afirman, sería catastrófica para la forma de vida tradicional de los nativos brasileños.



El plan que está siendo promocionado en el Congreso daría el poder de las tierras indígenas demarcadas a la rama legislativa, en manos del poderoso grupo de presión de comercio agrícola.



La propuesta empañó los Juegos, especialmente después de que fuera aprobada por una comisión legislativa a la mitad del evento. Los manifestantes respondieron irrumpiendo en la arena durante la competencia de 100 metros con vallas el miércoles por la noche, lo que obligó a poner un fin prematuro a las actividades del día.



Después de eso, los organizadores aumentaron marcadamente la seguridad, que mantuvo a raya las protestas pero no pudo acallar la oleada de críticas.



Los participantes se quejaron de que una organización repetitivamente caótica dificultó el evento, y algunos detractores afirmaron que los 14 millones de dólares que el gobierno federal invirtió en los Juegos habrían sido usados mejor en salud y educación para los asediados pueblos indígenas de Brasil.


Antonio Apinaje, un líder de los indios apinaje, comparó los juegos a un circo.



"Vemos todo esto como una herramienta para tomarnos el pelo", dijo Apinaje, que se negó a participar pese a vivir en el estado anfitrión de Tocantins.



Promocionados como una especie de Olimpiadas Indígenas, los Juegos incluyeron deportes que suelen formar parte de las tradiciones de los pueblos nativos, desde nado en río sin gafas hasta carreras de troncos.



El sábado se efectuaron las finales de canotaje, arco y lanzamiento de jabalina.


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