Gesser se divierte con su tiranosaurio rex
Un viejo juguete de un tiranosaurio rex es la diversión de Gesser en medio de la bulla que generan miles de centroamericanos migrantes que descansan en el Centro de Arriaga, en Chiapas.
Voltea a la cámara y ríe, sigue jugando, el tiranosaurio amenaza con comerle el dedo del pie a su mamá. El niño tiene apenas 5 años de edad y dice que ya se cansó.
Gesser viaja con sus padres, Luis y Keyla. Ayer caminaron cerca de 30 kilómetros, hasta que, en una camioneta, les dieron un aventón hasta Arriaga.
Acompañados de otros migrantes están tirados en el suelo, acaban de comer barbacoa que les dio un grupo de jóvenes de una iglesia católica local.
ACEPTA ENTREVISTA
¿Nos regala un minuto?, le preguntamos a Luis, el padre de Gesser, voltea a ver a su mujer como pidiendo aprobación y acepta la entrevista, aunque con un poco de recelo.
"Nosotros no sabemos a dónde vamos, sólo que vamos a Estados Unidos, porque como no tenemos familia ahí, pues vamos a ver a dónde seguimos para poder trabajar", expresa.
La familia tampoco sabe mucho sobre el Norte de México, pero podrían cruzar por Tijuana porque es lo que han escuchado a quienes guían la caravana. Lo importante es subir al Norte.
Su rostro cambia de un dejo de esperanza a uno de tristeza cuando habla de Honduras, dice que allá ni siquiera hay medicinas para los niños, ni atención. Tiene un año desempleado.
"Yo sé de seis oficios, sé de línea blanca y electricidad, pero en Honduras no hay nada, no se puede vivir, si tienes un buen trabajo las pandillas te quitan todo", asegura.
Keyla, su esposa, es más optimista que su esposo, dice que les irá bien, porque son gente luchadora y a esa gente siempre le va bien.
Mientras su padres son entrevistados, Gesser continúa su juego con el tiranosaurio, ajeno a todo. De Estados Unidos, sólo tiene la idea de que es muy bonito.
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