“Desde que lo agarré ahí hemos venido luchando juntos, nomás me dio por ayudarle”, migrantes
No se dijeron nada. No se habían visto en su vida. Salieron el 12 de octubre de San Pedro Sula, Honduras y por 15 días no se han separado. La de Sergio y César es una historia de amistad y solidaridad extraordinaria.
“Se me pegó a la silla y ya no he podido deshacerme de él”, dice entre risas Sergio, un hondureño, de 40 años de edad, que no tiene movilidad en sus piernas.
César también es “catracho”, como se les suele llamar a los habitantes de Honduras, tiene 30 años de edad y es el motor de Sergio, porque además de alentarlo a seguir adelante, desde hace 15 días es quien empuja la silla de ruedas de su ahora mejor amigo.
“Desde que lo agarré ahí hemos venido luchando juntos, nomás me dio por ayudarle”
, asegura el hombre mientras descansa de la larga caminata que realizaron ayer los migrantes, al recorrer 45 kilómetros entre Arriaga, Chiapas y Tapanatepec, Oaxaca.
Los más de 220 kilómetros que los centroamericanos han recorrido a pie, César ha impulsado la silla de ruedas en la que se encuentra postrado Sergio desde hace 20 años, cuando en su juventud se lanzó al agua y sufrió una lesión que le lastimó la columna.
“Yo le dije a mi mamá, yo me voy”, expresó, “allá no lo apoya a uno el Gobierno, mi familia es muy pobre allá”
, cuenta Sergio.
César le compra un refresco a su amigo. Se sienta y se lleva las manos a su cabeza.
El hombre moreno y bajito dice que su único anhelo es poder llegar a EU y trabajar tres años; le pide a Dios porque también se cumplan los anhelos de su nuevo amigo.
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