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Dejan carrera 9 de cada 10 por pobreza

Dejan carrera 9 de cada 10 por pobreza

El estrato social al que se pertenece y los ingresos de una familia sí determinan las posibilidades de educación. Este es uno de los factores por los que 88% de los jóvenes entre 18 y 24 años que viven en la ciudad de México han interrumpido sus estudios en algún momento -y sólo una cuarta parte regresa para completarlos-, revela el estudio que realizó el INEE.



El 88% de los jóvenes entre 18 y 24 años en la ciudad de México ha interrumpido sus estudios en algún momento y sólo una cuarta parte regresó para completarlos, según un estudio del Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación (INEE).



Según datos del libro Caminos desiguales. Trayectorias educativas y laborales de los jóvenes en la Ciudad de México, elaborado por el INEE y El Colegio de México (Colmex), aún existe una “fuerte estigmatización” económica sobre la deserción escolar, ya que el origen social persiste como la principal diferencia en las carreras educativas.



El documento señala que el patrón de deserción del estrato más bajo, es decir, de quienes provienen de familias de menores ingresos es “alarmante”.



Detalla que, para este grupo social, desde edades muy tempranas existe un “desgranamiento progresivo de la generación”, incluso durante los seis grados de la primaria, ya que a los 12 años de edad 10% de los menores tuvo que abandonar la escuela de manera temporal o definitiva.



“A partir de ese momento, que marca el paso a la secundaria, la incidencia se acelera y, a los 15 años, 35% del grupo inicial ya ha tenido una experiencia de interrupción. En este punto hay una inflexión aun más dramática en la tendencia: alrededor de 20% de los estudiantes de 15 y 16 años ha experimentado una interrupción; dos años después, es decir, a los 18 años, apenas sobrevive 20% del total”.



La tendencia de los estratos medios muestra una diferencia importante. Al igual que el estrato más elevado, en éste la incidencia antes de los 15 años es muy pequeña, sin inflexiones significativas. Al llegar a dicha edad sólo 10% ha salido de la escuela.



Durante la presentación del libro, Manuel Gil Antón, académico del Colmex, dijo que cada año un millón de niños de entre 6 y 17 años dejan la escuela.



Explicó que aún estamos muy lejos de la equidad en la calidad de educación, porque todavía hay barreras y el logro educativo está asociado con el origen de los estudiantes. “Este libro analiza como una película y no como una fotografía lo que pasa con nuestros jóvenes. No sólo los muchachos abandonan la escuela, sino que la escuela abandona a cientos de miles de chicos”.



El estudio especifica que para los estudiantes que provienen de familias con mayores ingresos, el escenario cambia, ya que a los 18 años cerca de dos tercios de este grupo todavía no han experimentado una interrupción en sus estudios.



Agrega que si bien las oportunidades de acceso educativo se han aumemtado en la capital del país, aún hay problemas de equidad de oportunidades en niveles básico y medio superior.



La interrupción escolar, detallan los investigadores, se debe a la progresiva desafiliación institucional, caracterizado por las inasistencias, bajo rendimiento y una débil integración social. “La mayor parte de quienes interrumpen sus estudios lo hacen antes de terminar su educación media superior, lo cual puede considerarse una situación crítica en tanto pone en riesgo una escolarización mínima de 12 años”.



También apunta que una parte “significativa” de los jóvenes que abandonan también recibe apoyos de Oportunidades, ahora Progresa, para seguir sus estudios, por eso “se deben estudiar los efectos de recibir estos apoyos”. Existe un mayor riesgo si se es mujer, ya que una estudiante de bajos ingresos tiene 17 veces más probabilidades de salir del sistema educativo antes de los 15 años que otra cuya familia percibe ingresos mayores.



La investigación señala que los 15 años de edad son punto de quiebre para una gran porción de los jóvenes.



“De ahí hasta los 18 años se acelera de manera constante la deserción, fenómeno asociado con el fin de la escolaridad obligatoria, con las características de un sistema expulsor de alumnos, así como pautas culturales que vinculan edades cronológicas a roles en alguna medida incompatibles con un alumno regular”, describe.



El libro expone que aunque se supondría que el DF, por su nivel de desarrollo, tendría una escolaridad superior al promedio del país, “es probable que el hecho de que sea necesario un examen para ingresar a una escuela pública de nivel medio superior, como el de la Comisión Metropolitana de Instituciones Públicas de Educación Medio Superior (Comipems) que representa una barrera simbólica”.



El tamaño de la familia y el número de hermanos influyen también de manera negativa en la continuidad de los estudios, a pesar de que se han abierto mayores espacios educativos en el DF.



Apunta que los jóvenes que estudiaron en una preparatoria de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) o un Colegio de Ciencias y Humanidades (CCH) tienen más probabilidades de continuar con su educación superior. Sólo 29% de quienes terminaron en escuelas de la UNAM deserta en su educación superior; mientras que los que estudiaron en un bachillerato afiliado a otra institución pública tienen 40% de posibilidades de no seguir estudiando; quienes provienen de una escuela privada 47% y los que egresan de una escuela técnica o vocacional privada tienen 79%.



En la presentación Teresa Bracho, consejera del instituto, añadió que la trayectoria para los alumnos inicia con una “incertidumbre brutal” y es mayor para aquellos con estratos socioeconómicos bajos.



Mientras Patricio Solís, entre los autores del libro, dijo que poseer estudios superiores ayuda a obtener empleos menos “precarios” que los que obtienen aquellos que sólo terminan la educación básica.


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