Con la ilusión de alcanzar una nueva vida, migrantes siguen con el largo camino
¡Un peso!, ¡un peso!, suplica un migrante hondureño a los automovilistas mientras señala con su dedo índice, parado sobre la avenida Francisco Sarabia, la principal y más concurrida de Mapastepec, un poblado ubicado en la costa chiapaneca.
Hasta aquí llegaron ayer alrededor de seis mil migrantes que buscan llegar a Estados Unidos, pero que de su camino no han recorrido ni un 10%, aunque por decir de las llagas de los pies de muchos de ellos parecieran haber recorrido el mundo.
La Escuela Primaria Venustiano Carranza, la plaza Benito Juárez, el Centro municipal de convenciones y algunos sitios de organizaciones altruistas no fueron suficientes para albergar a los caminantes, por lo que todo el Centro del pequeño poblado debió fungir como una gigantesca morada.
“No pasen por aquí, nos están pisando las king size con las patas enlodadas”
, señaló con autoridad Kaira, una joven hondureña, a un grupo de periodistas y fotógrafos que buscaban hacer sus tomas, mientras yacía en el piso donde descansaba de la intensa caminata.
Había miles bajo la techumbre de la plaza Benito Juárez, pues la mayoría buscaron guarecerse de la intensa lluvia que ayer por la tarde cayó sobre este poblado y nos remojó a todos por partida doble.
VIVIR PARA SUFRIR
Bella Sofía hace honor a su nombre: Tiene apenas 3 años de edad y es una niña con una sonrisa de encanto. Acompaña a su madre, a dos de sus tíos adolescentes y a su abuela, Norma Hernández, de 34 años de edad, que sin mas dice que en Honduras no hay nada que hacer, que se vive para sufrir.
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“Es una barbaridad allá, pobre gente, pero por eso venimos”
, dice con un tono de coraje,
“¿usted cree que si tuviéramos allá en Honduras recursos, trabajo, andaríamos en esto y sufriendo tanto? Claro que no”
De pronto un hombre moreno y flacucho, se para sobre el estrado de la plaza y con ayuda del megáfono magnifica su voz para cuestionar a la multitud: ¿Quieren descansar mañana aquí o avanzar hasta Pijijiapan? Sin pensarla, los migrantes responden que quieren avanzar y acuerdan que saldrán a las 04:00 horas de este día.
DOLOROSO CAMINO
Aunque sienten dolor en sus pies son pocos los que piensan detenerse en Mapastepec un día más. Por ello, se apresuran a los módulos de medicina gratuita y con la Cruz Roja. Los paramédicos no se dan abasto, los migrantes hacen fila para ser curados de ampollas, cortaduras, raspones y otros males en sus pies. El peor recuerdo que hasta ahora les han dejado los casi 143 kilómetros recorridos a pie desde la frontera con Guatemala.
La mayoría de quienes vienen en la caravana son hombres jóvenes. Alejandro tiene 20 años, tiene en EU a un hermano quien le está financiando para que llegue.
“Me ha dicho que no me separe de la Caravana y que llegando a Baja California él me manda pasar”
, asegura emocionado.
AVANZAN HACIA SUS SUEÑOS
Ayer en Mapastepec las tomas de corriente no fueron suficientes. Pequeños cafés, papelerías, estanquillos y otros negocios se llenaron pronto de migrantes que buscaban cargar sus teléfonos celulares.
“Ahí vamos... cansados pero bien, flaco; ya no podemos darle para atrás, flaco, cuídame mucho a las niñas”
, dijo una mujer al teléfono, al tiempo que las lágrimas escurrían de sus ojos.
Como nunca, ayer miércoles la economía de Mapastepec fue la más favorecida. Los hoteles y posadas no se dieron abasto pues no fue posible encontrar un solo cuarto, mientras que cafés y restaurantes acabaron temprano su venta del día.
Los migrantes se ven cansados pero su espíritu, alentado por sus sueños de una vida mejor sigue firme. Dicen que seguirán hasta la frontera, aunque no saben cómo. Pero que Trump y sus dichos no los asustan y por tanto, no serán impedimento.
Este día, si todo va bien, avanzarán unos 50 kilómetros en el largo trayecto hacia sus sueños.
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