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El Imparcial / Hermosillo / Sonora

Tren de pasajeros llegó a su última estación... hace 20 años

En varias regiones del Estado, es común ver las vías del ferrocarril y encontrar avanzando sobre ellas un tren de carga de una longitud y tal cantidad de furgones que hacen jugar a la mente al pensar qué es lo que transportan y cuál es el destino de esa carga.

Hace 20 años, esos mismos rieles, eran la base del medio de transporte más asequible para un sector importante de la sociedad mexicana. El único medio para llegar e ir a miles de poblaciones era el tren de pasajeros.

El ferrocarril en Sonora llegó por el mar, ya que la línea se comenzó a construir en Punta de Arena, Guaymas, en mayo de 1880 y un año después, el camino de hierro que uniría al puerto con Hermosillo estaba listo para prestar su servicio, tanto de carga como de pasaje; posteriormente la línea llegaría hasta la frontera.

Fueron 118 años de servicio de transporte ininterrumpido, con trenes que corrían desde Nogales y Mexicali, hasta Guadalajara, para de ahí hacer conexión a la Ciudad de México. Trenes con servicios de carros dormitorio, comedor, primera y segunda clase, estaban a disposición de miles de familias que no podían costear otro medio de transporte. Era cómodo y barato, pero poco puntual con el itinerario.

Primero en manos de extranjeros, fue hasta 1937 cuando los ferrocarriles en México fueron nacionalizados, bajo el gobierno del general Lázaro Cárdenas del Río.

En Sonora, la empresa Sud Pacífico de México, era la concesionaria operada por capital estadounidense, la empresa fundó talleres y estaciones desde Nogales hasta Guadalajara. Fue en Abril de 1927 cuando un tren hizo el recorrido directo entre ambas ciudades, quedando finalizada la ruta del Pacífico.

En 1995, el Gobierno Federal, anuncia una reforma al artículo 28 de la Constitución Mexicana, permitiendo con ello la inversión extranjera en la industria ferroviaria nacional. En 1998 comienza a operar Ferrocarril Mexicano, con la concesión de varias rutas, entre ellas la zona del Pacífico, suprimiendo el servicio pasajero en Sonora, excepto el tren Chihuahua Pacífico, que es el único que brinda servicio regular y turístico, entre Los Mochis, Sinaloa y Chihuahua.

Jorge Arámburo vive en Empalme, Sonora, desde 1955, cuando su familia llegó con la idea de migrar a los Estados Unidos amparados bajo el programa "Bracero" y comparte su experiencia como usuario del tren.

"El tren salía de Nogales a las 7 de la mañana y llegaba a Empalme a las 2 con 40 minutos de la tarde", indicó, "había servicio de Primera y Segunda clase, este último lo debía usar, ya que yo comerciaba con productos del mar hasta Nogales, pero por las características de esa carga, no me permitían viajar en el de Primera".

Ramón Alonso Félix Cuén, de oficio chofer, proviene de una familia ferrocarrilera asentada en Empalme y añora la época de cuando el tren facilitaba la vida a todos los habitantes de las poblaciones ubicadas a lo largo de la vía.

"Cuando el servicio pasajero dejó de funcionar, se notó, primero en la tristeza de quienes éramos viajeros, después vino el cierre de los talleres y todo eso trajo como resultado... vino una notable crisis económica", comentó.

Rafael Óscar Carrasco Escalante fue empleado del Ferrocarril del Pacífico por 19 años; originario de Empalme, Sonora, afirmó que fue testigo del día en el que se terminó Ferrocarriles Nacionales y fueron liquidados cientos de trabajadores y recordó las ventajas que como empleado de la empresa tenía en los trenes pasajeros.

"Yo tenía un pase especial para viajar sin pagar a bordo del tren ‘El burro’ que era el de segunda clase, los trenes 1 y 2 eran los de Primera y Dormitorio, ahí viajaban los más pudientes. Desde la primera estación que estuvo ubicada en Bellavista, frente al empalme de vías, el movimiento de pasajeros, taxistas, vendedores y tripulaciones, era algo cotidiano", recordó.

José Luis Islas Pacheco, director y fundador del Museo Ferrocarrilero de Empalme, señaló que el tren de pasajeros era un detonador de economía, cultura y oportunidades para las poblaciones por donde pasaba. Para las nuevas generaciones, el tren no les significa mucho, pero para generaciones anteriores, era parte de su forma de vida.

"Tras la privatización de los Ferrocarriles, en su momento no avizoramos que estaba en puerta la desaparición del servicio de trenes pasajeros en Sonora. Ese día del mes de febrero (18) del año 1998, nos despertamos con la noticia de que el tren de pasajeros estaba detenido, con todo y pasajeros, aquí en la estación del Ferrocarril de Empalme. Debido al desacuerdo de gran parte de los ferrocarrileros, se tomó la opción de parar el servicio. A quienes viajaron en aquel último tren, poco a poco se les envió por autobús a sus destinos y se les brindó alimentación, ya que duraron varados por más de 24 horas", dijo.

José Luis Islas Pacheco relató que después de la paralización y cancelación de los trenes de pasajeros, los equipos de arrastre fueron almacenados, algunos se conservaron pero gran parte de los carros fueron directo a la chatarra, eliminando cualquier posibilidad de la continuidad del servicio.

"A las presentes generaciones, el tren ya no les dice mucho, y a muchos, el tren ya no les dice absolutamente nada. Cuando vienen niños o jóvenes al museo, se emocionan al ver cómo era la forma de viajar de sus antepasados. Este museo es una forma de conservar el patrimonio cultural intangible que dejaron los ferrocarriles"

Islas Pacheco, consideró que es muy difícil la reactivación del servicio de trenes pasajeros en Sonora, ya que la empresa concesionaria del ferrocarril, se concentra únicamente en el servicio de carga, lo cual representa un negocio redituable.

"El tren pasajero, llegó a un momento en el que para Ferrocarriles Nacionales de México, (era) solamente una función social que cumplir. Los manejos irregulares y el costo de mantenimiento, abonaron a que el servicio resultase incosteable para las finanzas de la empresa".

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